Y una vida en la verdad. Y solamente hay una verdad y es que a Cristo lo crucificaron en la cruz y que el Espíritu Santo les dijo a los apóstoles en pentecostés que éste era Dios.
Un hebreo jamás puede decir que un hombre es Dios, porque ni siquiera pueden nombrar el nombre de Dios, solamente lo nombran una vez al año, el día del Quipú. Eso es imposible, es solamente a través del Espíritu Santo, en Pentecostés, cuando lo entienden en su corazón, y les dice que este crucificado es Dios, y Dios solamente hay uno solo, y que ese Jesús era Dios.
Entonces ese amor que aparece en la cruz de Cristo es la verdad, tú vives en esa verdad, no, ni ninguno de nosotros. Vivimos en la mentira. La verdad es vivir en santidad, y eso significa que él mira a una mujer es un adúltero, para ser asesino no hace falta matar, como digas imbécil a tu hermano ya has asesinado. El que detesta a un hombre es un asesino, dice San Juan, y ningún asesino tiene vida eterna dentro. Esa santidad, que es la vida de Dios, Él la ofrece a todos los hombres.
Si tú aceptas la oblación que Cristo ha hecho de su vida por ti, te salvarás. Los hombres sufren porque no son santos, no aman, porque son egoístas. Cuando se den y amén a los demás, serán felices.
UN ARTISTA CONSAGRADO ENTRA EN CRISIS
Nacido en Madrid, España, de una familia adinerada, Kiko Argu¨ello, estudió arte en París, Francia, y llegó a ser uno de los pintores más reconocido en su país, donde ganó varios concursos internacionales.
Después de su conversión al cristianismo, cambió todo su arte y sus pinturas por cuadros y estampas sagradas. Formó un grupo de pintores y arquitectos de arte sagrado, el cual se destacó en varios países y también obtuvieron varias premiaciones internacionales.
UNA FUNDACIÓN RECONOCIDA POR CUATRO PAPAS
Arguello habló de las “muchas dificultades, de los prejuicios de párrocos y obispos, de acusaciones y de historias extrañas por algunos que no conocen el Camino”, y habló también de “la disponibilidad, de la ayuda y de la solicitud con la que la Iglesia y los pontífices han ayudado al Camino Neocatecumenal”.
El primero en apoyar el Camino fue el papa Pablo VI. El papa Luciani (Juan Pablo I) lo quiso en las parroquias de Venecia cuando era aún Patriarca. Juan Pablo II lo reconoció “como un itinerario de formación católica, válido para la sociedad y los tiempos actuales”.
Benedicto XVI conoció a los neocatecumenales cuando era aún profesor en Regensburg, y trabajó para introducirles en las parroquias de Alemania.
A pesar de las acusaciones que resultaron falsas, de dividir a las comunidades parroquiales, de entrar en conflicto con la pastoral de algunos párrocos y obispos, el Camino Neocatecumenal ha crecido de forma increíble llenando iglesias y seminarios, con familias numerosas que cada vez más se ofrecen para llevar la misión católica al mundo.
Los números son impresionantes. Presentes en 1320 diócesis de 110 países en los cinco continenes, con 20.000 comunidades activas en 6.000 parroquias. Sólo en Roma, el Camino está presente en 100 parroquias y 500 comunidades. En Madrid están presentes en 85 parroquias y 300 comunidades.
Cientos de familias dejan temporalmente las parroquias para ir en misión a zonas marginales difíciles: barrios a menudo degradados, donde la Iglesia encuentra dificultades en hacerse presente y ayudar a las personas.
La eficacia y la fuerza de la catequesis del Camino la demuestra también la apertura de 78 seminarios diocesanos misioneros Redemptoris Mater, de los cuales 37 en Europa, 26 en América, 7 en Asia, 6 en África, y 2 en Australia.
Desde 1990, año de las primeras ordenaciones, hasta hoy, los presbíteros ordenados en los diversos seminarios Redemptoris Mater son más de 1600 y hay cerca de 2000 actualmente preparándose para recibir las Órdenes sagradas.
Confirmando una profunda vocación misionera, desde 1985 el Camino envía familias numerosas en los lugares donde la fe esta desapareciendo o no ha llegado nunca.
En 1985 Kiko, Carmen y el padre Mario, presentaron a Juan Pablo II un proyecto para reevangelizar el norte de Europa con el envío de familias misioneras, acompañadas por presbíteros. En 1986 el Papa envió las primeras tres familias: una al norte de Finlandia, otra en el barrio rojo de Hamburgo y la tercera a Estrasburgo
Hoy, el número de las familias del Camino en misión para la nueva evangelización en 78 países es de más de 800, con 3.097 hijos, de las cuales 389 en Europa 189 en América, 113 en Asia, 56 en Australia, 46 en África y 15 en Oriente Medio.
Se trata de familias que, a través del anuncio del Evangelio y de un itinerario de iniciación cristiana, han sido reconstruidas, han redescubierto el don de la comunión, y por ello se han abierto a la vida, y que por gratitud a Dios se ofrecen para ir allí donde haya necesidad del testimonio cristiano.
Nosotros predicamos el kerigma, que es una palabra griega que significa “noticia”. San Pablo dice que Dios ha querido salvar el mundo a través de la necedad de la predicación o del kerigma, una noticia que cuando yo te la digo se cumple. Y la noticia es que Dios conoce quién eres tú, y sabe todos tus pecados, todos tus problemas y sabe que no eres profundamente feliz, y te ofrece la oportunidad de que tú tengas una vida distinta, una vida de verdad.Todo eso era iniciativa mía. Después tuve otro encuentro muy importante, mientras estaba dando cursillos y presentando exposiciones de arte sacro, muchas con mucho éxito. Esa vez me invitaron a representar a España en una exposición universal de arte sacro que hubo en Francia. En esta situación, un día fui a casa de mis padres a pasar la Navidad, y a la señora que trabajaba en mi casa la encontré llorando, y entonces me cuenta la historia que su marido alcoholizado le pegaba con un bastón y le pegaba con un palo, y que tenía un hijo adolescente, de quince años, que con cuchillo intentaba siempre matar al padre.Ocurrió algo muy importante y es que sentí dentro de mí que Dios existía, que me quería, y de pronto empecé a derramar lágrimas, yo nunca había llorado. De pronto me sentí como un condenado a muerte que le quitan la venda, entonces concluí que si Dios no existía, tampoco yo. Pero si Dios es también soy. ¿Y que me garantizó esa fe? El mismo Dios, porque dice San Pablo que “la fe es el espíritu de Cristo que desciende sobre el hombre, y da testimonio al espíritu del hombre de que Dios existe”.Soy el hijo mayor de cuatro hermanos, mi padre era abogado y mi madre una mujer abnegada. Me siento sorprendido de lo que Dios ha hecho conmigo y lo que hoy hace en todo el mundo. Hace más de 40 años que Dios permitió que yo tuviera una crisis de fe, que se agudizó cuando ingresé a la universidad.