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martes, 11 de diciembre de 2018

El Camino Neocatecumental de San Martín en Salamanca España avanza hacia el medio siglo

Foto: Diócesis de Salamanca


El 8 de diciembre 2018, en la festividad de la Inmaculada Concepción, esta iniciación cristiana cumplió 45 años desde su llegada a Salamanca

El 8 de diciembre 2018, en la festividad de la Inmaculada Concepción, el Camino Neocatecumenal celebro 45 años de su inicio en la parroquia de San Martín en Salamanca. Esta iniciación cristiana (Camino Neocatecumenal) fue inspirada a Kiko Argüello en el año 1959 y años más tarde surgió en medio de los pobres en las barracas de Palomeras Altas de Madrid. Este fruto del Concilio Vaticano II llegó a Salamanca en octubre de 1973, y después de dos meses de catequesis nació la primera comunidad neocatecumenal de la parroquia de San Martín, que durante estos 45 años se ha mantenido celebrando y viviendo la Palabra de Dios y los Sacramentos.
“Los frutos de conversión son enormes y están acompañados de un gran número de vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y al matrimonio. Los misioneros son también numerosos. Nuestro agradecimiento al Señor es enorme por tantos bienes concedidos a quienes hemos vivido este catecumenado en pequeña comunidad”, explican sus miembros.
Este Camino llegó a Salamanca a través de Javier Juárez y su esposa Mari Alcalde. “A ellos nuestro más cariñoso agradecimiento. También a Andrés Fuentes, párroco en aquellos años de San Martín, que a instancias de Javier y Mari solicitó el Camino para su parroquia, abriendo paso al soplo del Espíritu Santo. Y nuestro más sincero agradecimiento también a Jesús Serrat, catequista itinerante que llegó desde Barcelona y dio su vida por anunciarnos el Evangelio durante 40 años. Desde aquel 1973, cada año se han impartido estas catequesis en nuestra antigua parroquia y actual unidad pastoral, ayudando a cientos de personas, cercanas y alejadas de la Iglesia, a redescubrir su bautismo. 45 años después, damos gracias a nuestros queridos párrocos, Antonio y Poli, por su acogida y entrega, y junto a ellos alabamos a Dios por su Amor y Fidelidad hacia nosotros”.
Fuente: noticiascyl . com 08-12-2018 / or

viernes, 30 de noviembre de 2018

CRISTO ME ESPERABA EN LA SOLEDAD



Como anunció hace unos días, Oscar, un lector del blog, me ha enviado el relato de su conversión, para que lo publique.


Una cosa que me ha gustado en particular es que es una historia muy simple, sin grandes cosas, pero que manifiesta igual que las “grandes conversiones” que Dios es fiel y que hace milagros en la vida de los que se ponen en sus manos. Como dice el propio Óscar, el Señor le buscó en cada acontecimiento de su vida.

También quiero subrayar la importancia de la fe que transmiten los padres. Es posible que un joven que ha recibido la fe de su familia se aleje de la Iglesia, pero siempre sabrá que puede volver y que Dios le está esperando. 

Bruno M, el 20.08.08 a las 2:07 PM

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OSCAR: Desde que tengo recuerdo, mi familia ha estado siempre vinculada a la Iglesia. Ya cuando era muy pequeño, mis padres acudían a misa regularmente los domingos y nosotros, mi hermano mayor y yo, les acompañábamos. En la época en la que mi hermano mayor debía hacer la primera comunión, mis padres atravesaban por una época de enfriamiento progresivo de su Fe. Un día, mi hermano, a la vista de los preparativos del ya próximo sacramento, preguntó a mis padres algo tan sencillo como “¿por qué venimos a la Iglesia?”. Esto les hizo reaccionar y, al no hallar respuesta, se pusieron en manos del párroco, que les invitó a realizar las catequesis de inicio del Camino Neocatecumenal.
Cuento todo esto porque, ya en la historia de Fe de mis padres, veo la llamada que Dios me estaba haciendo. Llamada que se concretaba en la formación que ellos iban a recibir y que a mí me trasmitirían. Más o menos por aquel entonces yo tendría 5 años, por lo que se puede decir que he pasado toda mi historia viviendo la Fe en el Camino Neocatecumenal, dentro de una familia de clase media y con otros dos hermanos varones (el pequeño vendría después).
Se podría decir que toda mi historia es una persecución. Jesucristo, desde mi más tierna infancia me llamaba y buscaba continuamente pero yo me he obstinado siempre en intentar encontrar otros caminos, en marcharme con otros Dioses y en abrazar otros amores. Iba a la Iglesia y a veces entendía algo y a veces no. A veces creía que la comunidad era lo mejor del mundo y a veces pensaba que todo eran tonterías. Siempre tibio. Siempre sintiéndome bueno.
A los 10 años, nació mi hermano pequeño. Mi abuela murió al poco tiempo y mi madre cayó en una depresión. Dejé de ser el pequeño, pasé a ser el segundo hijo y empecé a sentirme desatendido (cosa no cierta, pero en mi egoísmo así lo vivía). Fue el momento en el que empecé a querer ganarme la primogenitura dentro de casa. Llamar la atención, querer que me quisieran… un sentimiento que ya nunca me ha abandonado.
A los 12 años, todos los amigos que tenía en el colegio comenzaron a agredirme, entre otras cosas por el hecho de estar en una comunidad, por ser, digamos, diferente. Me quedé completamente sólo. Era en esta soledad y en esta búsqueda de la primogenitura en donde el Señor me estaba llamando,me estaba buscando y me estaba esperando, pero yo me escapé. Comencé a frecuentar amigos un poco más callejeros y a despilfarrar lo que tenía y lo que afanaba en máquinas y videojuegos.

A los 13 años, hice las catequesis del CN y comencé muy contento a caminar con una comunidad, pero en el fondo mi corazón seguía ansioso buscando quien me quisiera. Comencé a fijarme en que existían las chicas. En todo este tiempo, hasta los 15 años, no me atrevía a hacer grandes barbaridades ya que conocía la doctrina de la Iglesia y la educación que me habían dado mis padres era buena. No me atrevía a cuestionar las reglas establecidas pero no estaba satisfecho. Mi corazón no se colmaba con nada.
A los 16 años, comencé a salir con una chica con la que tuve nueve largos años de noviazgo. Instituto, universidad y primeros años de vida laboral. Cuanto más ponía mi corazón en ella, mas insatisfecho me sentía y más me alejaba de la Iglesia. Mi vida se convirtió en un sometimiento continuo a mis caprichos y a los suyos. Mi proceso madurativo se estancó y comencé a estar cada vez mas harto de la vida. No acudía a la comunidad y cada vez me alejaba mas de todo lo que me daba sentido buscando un amor que no podía colmarme.
Harto de esa situación, comenzó el completo abandono de mí mismo. Me atreví a romper con las normas que había aprendido de mis padres. Comencé a salir más, a beber más y a trasnochar más. Huía de la historia que yo mismo había construido. Hasta el punto de ser infiel a la que era mi novia metiéndome en una tormentosa relación a cuatro bandas.
Hacía lo que quería. Tenía el control. No pasaba nada por romper los tabúes. Creía que podría ser feliz. Hasta que todo saltó por los aires. Me quedé más sólo que nunca. El peso de tantas mentiras era insoportable. Mirar a la cara a los demás era dificilísimo. Mi orgullo estaba por los suelos y no me aguantaba ni a mí mismo. Me compré un piso y me fui a vivir solo. Hasta tal punto busqué alejarme de todos que me hice trabajador autónomo. Pero Cristo me estaba esperando en la soledad.
No se pueden cuantificar las lágrimas que derramé en la soledad de mi casa. La desesperación. La desilusión. El Señor escuchó las oraciones de mi madre (como si de Santa Mónica se tratase), que se daba cuenta de que yo tocaba fondo. Yo nunca había roto del todo con mi comunidad con la que caminaba a trancas y barrancas. De vez en cuando acudía, sobre todo, para criticarles y juzgarles.

Un día escuché que se había organizado un anuncio (para los no neocatecumenales diré que es un encuentro previo a un tiempo litúrgico) para todo el norte de España en mi ciudad. Lo organizaban en un recién estrenado palacio de congresos. Pensé que eso era digno de verse, sobre todo, para ver lo mal que les salía la cosa. Pero el Señor utilizó mi rebeldía para volver a traerme hacia Sí. Durante el anuncio, los catequistas nos invitaron a acudir a un encuentro de jóvenes en Ámsterdam, en mitad del curso, una cosa rápida y mal organizada. En cuanto todos dijeron que era una locura, que no se podía hacer, mi espíritu rebelde se puso en marcha. “¿Una locura decís?, pues si es una locura yo me apunto”.
Aquel encuentro cambió mi vida. Sólo oí una cosa de todo lo que se dijo. Si quería ser feliz tenía que dar mi vida. Desde entonces el objetivo de mi existencia sería conocer como podía hacer para dar mi vida. Porque verdaderamente, la vida de mentira que llevaba no la quería. Si dándola iba a ser feliz, estaba dispuesto a regalársela al primero que pasara.
Poco a poco, con pequeños acontecimientos y mucha vergüenza, volví a afianzarme en la comunidad. Contaba con la inestimable ayuda y cariño de nuestro sacerdote que me hizo descubrir la maravilla del sacramento de la penitencia, de la eucaristía. Sintiendo que mis pecados estaban perdonados, que a pesar de haberme saltado las reglas aún conociéndolas, Dios me amaba infinitamente, que siempre me había estado esperando. El Señor me había golpeado fuerte en el nervio ciático, me había derrotado, y ahora que yo aceptaba que Él y sólo Él era el Fuerte mi vida comenzaba a tener un sentido, una dirección.
Dentro del CN hay un momento en el que la comunidad hace un viaje a la basílica de Loreto para encontrarse con la Madre. Mi otra madre, la de la tierra, cada vez que había intentado hablar conmigo en los tiempos pasados para que no abandonara el Camino y por ende la Iglesia me decía: “Hijo, aguanta al menos hasta ir a Loreto, porque sé que allí la Virgen te espera con una sorpresa”.
Hace dos años, hice el viaje a Loreto con mi comunidad. La noche antes de encaminarnos a la basílica celebramos una eucaristía en Roma, acogidos por una comunidad de un barrio de la periferia. Mi mujer y yo nos conocimos en esa eucaristía, nos enamoramos perdidamente y el Señor bendijo nuestro noviazgo permitiéndonos vivirlo cristianamente y proveyéndonos de todo lo que necesitamos hasta que pudimos casarnos hace casi un año.
Hoy escribo la historia de mi conversión, que es la historia de mi vida, mientras mi mujer (que es lo mejor que me ha pasado nunca), embarazada de nuestro primer hijo prepara la cena. Me emociono al recordar como el Señor me buscó en cada acontecimiento de mi vida, cómo siempre me esperaba en la soledad mas profunda para recordarme cuánto me amaba, cómo en cada fracaso humano se ha mostrado providente y cómo, una vez supe lo que era ser amado de verdad, pude empezar a amar a otros sin esperar nada a cambio.

La conversión es algo paulatino. Un proceso que no acaba nunca. Esto he descubierto hasta ahora, de mí y del Señor. No se si mañana me daré media vuelta y volveré a abandonar a Cristo y a su Iglesia y por eso, cada día, pido a Dios que acreciente mi Fe y que sostenga todas las obras que comienzo y que espero sean en su voluntad.
Fuente: Bruno M, el 20.08.08 a las 2:07 PM infocatolica web / Historia Vida de Oscar / o.r. 30.11.18

martes, 27 de noviembre de 2018

Oración de la comunidad: "En Cristo, Todos Somos Uno"



Oración de la comunidad

Señor, tú me llamas a vivir en comunidad.
Y quieres que edifique la comunidad.
Me quieres en comunión con los otros,
no para estar mejor, ni ser más fuerte,
sino para que sea yo mismo.
La comunidad es fuerte si espera.
La comunidad es verdadera si ama.
La comunidad es santa si cada uno es santo.
Ser comunidad es existir para los demás.
Es encontrarse con los otros.
Es rezar con ellos.
Es dar muestras de la propia esperanza.
Sólo así podremos acercarnos
a los que no recibieron la fe
y ponerlos en tus manos.
Sólo así podremos sostenerla
en los que a duras penas la conservan


Fuente: CNC / or

TESTIMONIO DE UN PRESO: Primera comunidad neocatecumenal de la cárcel de Poggioreale (Nápoles)



Querido Kiko: ¡que la Paz del Señor resucitado esté siempre contigo!.
Me llamo Pasquale y soy de la primera comunidad neocatecumenal de la cárcel de Poggioreale (Nápoles). Estoy contento de escribirte esta carta porque cuando me mandaron los anuncios de las catequesis fuí a escuchar solo por asuntos personales, porque quería meterme en el bolsillo al sacerdote, porque ya llevaba ocho meses en la cárcel y pensaba que el sacerdote podía hacerme salir de la cárcel. Sin embargo no sabía que el Señor tenía para mí un proyecto bien distinto. Y cuando fuimos a escuchar las catequesis, éramos 80 presos.
Las catequesis hablaban, pero nosotros no las escuchábamos y hablaban de este camino neocatecumenal, hablaban de este español, de este Kiko, hablaban de la Virgen María, pero a mí personalmente no me importaba absolutamente nada, porque solo pensaba en salir de la cárcel.
Pensaba en todos mis problemas de afuera, pensaba en todos los años de cárcel que ya había pasado y nadie me liberó nunca, como podía liberarme Jesucristo, pero los catequistas seguían diciéndonos que el Señor nos libraría de nuestras esclavitudes, aunque yo, sinceramente hablando, no me lo creía, y decía: "no son más que chorradas, ¿qué quieren estos pelmas?..., ellos ahora se van a casa, mientras que nosotros estamos encerrados aquí dentro y nos vienen a decir todas estas chorradas..., pero a mí, ¡qué me importa!".
Pensaba en todo lo que hacía afuera, pensaba que al salir tenía que vender droga, pensaba robar a la gente para sacar dinero, incluso estaba pensando en meterme en algún clan camorrista, porque quería vengarme de todas las maldades que había recibido.
Pero durante las catequesis estaba naciendo algo dentro de mí, cada catequesis que escuchaba me hacía estar clavado en la silla, ya no era capaz de oir la voz de mis amigos, el Señor quería hacer nacer algo dentro de mí, pero todavía no quería aceptar esa realidad.
Porque el Señor sabía como pillarme, porque El sabía que doy asco, pero el Señor no me abandonó, sabía que yo tenía necesidad de El. El Señor me estuvo realmente cerca porque el sabía que yo era débil, ya sabía de mis perseguidores y no me abandonaba nunca.
Porque luego empezaron las persecuciones, mis amigos empezaron a decirme que era idiota, siempre me decían "pero, ¿cómo consigues estar sentado y escuchar estas bobadas?"..., pero el Señor no me dejaba ir. El sabía que yo tenía necesidad de El, porque en la cárcel es difícil escuchar la Palabra de Dios, porque todos piensan que ir a la iglesia es una vergüenza, porque también yo pensaba todo esto y no estaba confirmado, no había hecho la primera Comunión, no me había confesado en mi vida, es más, los curas y las monjas me eran todos antipáticos e incluso llegué a robarles.
Pero el Señor sabía adonde quería llevarme, a esta nueva vida... Durante la celebración penitencial me encerraba en mí mismo porque tenía miedo de confesarme, de ser juzgado, tenía miedo de la vergüenza, pero algo sucedió dentro de mí durante la celebración, no sé ni como explicarlo, me encontré delante del sacerdote sin ni siquiera darme cuenta.
El Señor quiso llevarme allí, hacerme sentir la alegría dentro de mí, hacerme sentir el amor que El tenía por mí, hacerme sentir que El me quería realmente, que El me estaba perdonando todos mis pecados, porque pensaba que mi vida ya no era nada, que estaba acabada, porque a mi siempre me juzgaron los tribunales y siempre fuí condenado, me dieron siempre años de cárcel.
Pero en aquella penitencial ví cómo el Señor, con todas las maldades, con todo el mal que he hecho a la pobre gente, con toda la droga que vendí a los pobres chavales inocentes, ví que el Señor me perdonó, entonces entendí que había un Dios que no me condenaba, sino que me había perdonado todos los pecados.
Pero la alegría y el amor que el Señor quería darme creía que se acabarían después de la penitencial, pero el Señor, una vez más, se me manifestó en la celebración de la Biblia (de la Palabra -se refiere a la celebración de la entrega solemne de la Biblia por parte de la Iglesia, en el marco de una celebración de la Palabra que tiene lugar en el período de catequesis, una vez realizada la penitencial-) porque después de la celebración volvimos a las celdas y abrí la Biblia al azar y la lectura que salió era precisamente la de "Lázaro, sal fuera!". Allí el Señor me hizo entender que aquel Lázaro que estaba en el sepulcro era yo, el Señor poco a poco me estaba haciendo entender que quería devolverme la vida. Quería hacerme vivir una alegría todavía más grande, la celebración de la Eucaristía. Allí realmente el Señor estaba comenzando a abrir este camino, porque todo me llamaba la atención: los salmos, los cantos...
...Pero de repente sucedió algo... y empieza también la persecución y el pitorreo, mis compañeros de celda empezaron a decirme "pero, ¿quién te obliga a hacerlo?"... y mes tras mes el Señor estaba realmente haciendo nacer algo dentro de mí, me estaba haciendo entender, a pesar de que yo hubiera ido a las catequesis para meterme en el bolsillo al sacerdote para salir de la cárcel.
Pero el Señor me hacía sentir cada vez más feliz porque seguía en la cárcel, el Señor me estaba liberando de mis maldades, de mis esclavitudes, de la esclavitud de la droga, de la esclavitud del mal, el Señor me estaba haciendo entender que mi vida no era el dinero, sino mi familia. Porque yo pensaba que el dinero lo era todo para mí, el Señor me hacía entender que tenía que ir a trabajar y que no debía robar ni vender droga. Lo más bonito era cuando mi mujer venía a visitarme y yo le hablaba de la comunidad. Mi mujer me veía cambiado pero también decía que estaba loco porque yo le decía que cuando saliera la llevaría a la Iglesia y me casaría con ella, pero ella no se lo creía, hacía diez años que estábamos casados por lo civil, pero ella seguía diciéndome que estaba loco porque yo le decía que tenía que hacer la primera Comunión, pero ella no se lo creía. Realmente estaba creciendo en Jesucristo porque me daba cuenta de que ya no me importaba salir (de la cárcel), el Señor empezaba a hablar dentro de mí, hablaba a mi corazón, lo sentía cada vez más cerca con el canto "Quién nos separará del amor de Dios", no hacía otra cosa que cantar este canto. ...El tiempo pasaba y yo no me daba cuenta... y el Señor una vez más quería hacerme vivir algo precioso, porque el juez me dió ocho dias de permiso, pero esta vez no era como todas las demás veces, porque sentía algo distinto a todas las demás veces que había salido de la cárcel. Las otras veces pensaba enseguida en conseguir dinero, pero esta vez el Señor estaba cambiando realmente mi vida.
Porque el Señor me había puesto ante el camino del bien y del mal... estaba realmente cerca de mí y realmente era El quien me acompañaba de la mano porque me quería mucho y me estaba haciendo salir de una esclavitud de la que nunca nadie pudo hacerme salir, de la esclavitud de la droga. ...Estaba muy contento porque sentía que el Señor empezaba a hablar a mi corazón, me daba la alegría de volver a la cárcel porque si no hubiera conocido al Señor seguramente no habría vuelto. Los ocho días de permiso pasados en casa con mi mujer y mis dos hijos fueron muy bonitos porque era muy distinto de las otras veces, porque las otras veces no me importaba nada estar en casa, porque salía corriendo a buscar a mis amigos para ver como debía conseguir dinero, hablando claro, adonde tenía que ir a robar.
Pero luego volví a la cárcel con serenidad y tranquilo... Nuestros catequistas vinieron a vernos y estuvimos celebrando la Eucaristía, y en un momento dado entró una brigada con dos guardias y me llamaron para que saliera porque era libre. Pero yo ya no sentía este deseo de salir y les dije que no me iba hasta que terminara la Eucaristía. El capellán y los catequistas me invitaban a irme porque era libre de salir, pero yo insistía en que quería terminar la Eucaristía. Y los guardias me decían que estaba loco porque nunca habían visto a nadie que no quisiera salir de la cárcel, porque normalmente cuando salen, todos lo dejan todo y se van pitando, pero yo sentía que el Señor hablaba a mi vida. Cuando salí de la cárcel, el Señor me había puesto delante el camino del bien y del mal. He elegido la senda de Jesucristo, la estrecha difícil y cuesta arriba, y empecé a continuar el camino en la décima comunidad de San Giacomo, a pesar de que tenía muchas dificultades porque vivía lejos y no conseguía ir hasta allá porque me faltaba dinero para gasolina, pero el Señor siempre ha estado cerca de mí y así he empezado a experimentar la providencia de Dios y a constatar que El es padre de la vida.
Como primera cosa, quise hacer la Confirmación porque me hacía falta para casarme en la Iglesia y me alegró que uno de los catequistas de la cárcel quisiera ser mi padrino y luego le pedí que también fuera mi padrino de boda y él aceptó. Fué bonito el día de mi boda en la Iglesia, porque realmente sentía que Jesucristo venía a atarme con más fuerza a mi mujer, a la que yo había hecho sufrir tanto, cuando me drogaba y vivía en la muerte, y me daba la posibilidad de tener una familia cristiana en el verdadero sentido de la palabra. Tuve problemas con las personas que estaban a mi alrededor, con los parientes que no creían que yo hubiera cambiado, que no era posible porque siempre que había hecho una promesa, después no la había mantenido nunca, con mis amigos con los que iba a robar y a los cuales les decía que era el Señor quien nos salvaba de nuestras esclavitudes, pero ellos me decían que estaba loco, pero veía lo importante que era hablar de Dios porque el Señor me robustecía, a mí, porque sentía que tenía necesidad de él y he visto cómo el Señor proveyó para mí y para mi familia.
Empecé a trabajar recogiendo la basura por la noche con una empresa privada, haciendo grandes sacrificios porque no quería renunciar a las celebraciones de la comunidad. Luego, cuando la empresa perdió la contrata, me quedé en paro, pero después de poco tiempo Dios proveyó y encontré un puesto de albañil que para mi era agobiante porque tenía que levantarme por la mañana muy temprano y sufría mucho por el cansancio, porque yo nunca había trabajado así, y esto yo no lo aceptaba demasiado bien porque veía que cuando vendía droga trabajaba menos y ganaba mucho más. Pero el Señor me hizo entender poco a poco que solo él era importante y que tenía que trabajar para alimentar a mi familia, y que lo más importante era anunciar su amor a mis compañeros. Lo más bonito para mí es hablar de este Jesucristo resucitado, porque él me ha sacado realmente de lo profundo del abismo, de la oscuridad de la muerte, en donde yo no veía la luz, pero el Señor me ha sacado de nuevo a la luz, me ha devuelto la vida, y por todo eso quiero dar gracias al Señor. Quiero dar gracias al Camino Neocatecumenal, porque si no hubiese conocido el Camino estaría todavía vendiendo droga, estaría todavía haciendo daño a la gente, pero el Señor ha sido realmente bueno, realmente me quiere como un padre. Es el único padre que he tenido en la vida, porque crecí sin padre, es el único padre que me ha querido, con todos mis pecados.
Un día me ocurrió que tuve que ir a un proceso por una vieja historia de droga, y a mí no me importaba nada tener que volver a la cárcel, aunque lo sentía por mi familia y mi comunidad. Y el Señor me mostró su gran paternidad también en este hecho, no dejándome solo, porque al proceso vinieron también los hermanos de mi comunidad, que mientras esperaban se pusieron a rezar conmigo, a pesar de toda la gente que había, y gracias a sus oraciones y a la ayuda del Señor, el juez me dijo que estaba libre y que no tenía que volver a la cárcel. Después de estos años de camino a través de las tribulaciones, las persecuciones, el Señor me está haciendo vivir los días más bonitos de mi vida porque en mi barrio antes se sabía que yo robaba y vendía droga, pero lo más bonito es que ahora solo me ven hablar de Jesucristo.
Querido Kiko, no acabaría nunca de contarte las maravillas que el Señor ha hecho conmigo, me ha hecho experimentar la alegría de tener otro hijo (Emanuele = Dios con nosotros) y un poco después otra hija, de sentirme realmente padre y de hacer entender a mis hijos que siempre me equivoqué en la vida, pero que hoy está Jesucristo, que me ha aceptado con todos mis pecados y con todas las dificultades, que siempre está Dios Padre que provee para nosotros. Yo me maravillo de mí mismo, veo como el Señor se sirve de mí para llevar su Palabra aunque yo no sea digno de hablar de El, pero veo que El se sirve de mí para dar testimonio, de hecho algunos de mis amigos de infancia con los que robaba están viniendo ahora a escuchar las catequesis para poder entrar en comunidades.
Al final de esta carta, la hija de Pasquale quiso añadir:
Querido Kiko, soy una niña de nueve años y también yo he tomado el camino del Señor como ha hecho mi padre que era un drogadicto y un ladrón, pero yo he entendido que lo más importante es tener alegría, amor, fraternidad con Dios y con nuestro prójimo.
El Señor ha cambiado a mi familia y estamos siguiendo siempre a Dios y no lo dejaremos nunca, y siempre le seguiremos a El porque el dinero no hace feliz al hombre, al contrario, le hace infeliz, pero si un hombre sigue el camino del Señor y de la paz, es feliz como mi familia y yo, pues nos ha cambiado y nos ha hecho salir de la tribulación y nos ha hecho felices, alegres y llenos de la luz del Señor, que ha entrado en nuestros corazones.
Fuente: Experiencias de hnos del Camino Neocatecumenal / or

jueves, 22 de noviembre de 2018

Cardenal Mons. Ricardo Blázquez Presidente de la Conferencia Episcopal Española habla de la importancia de la Iniciación Cristiana




El Cardenal Mons. Ricardo Blázquez, Presidente de la Conferencia Episcopal Española, habló de la importancia y necesidad en los tiempos actuales de la Iniciación cristiana de adultos en la inauguración de la 112 Asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española el 19 de noviembre de 2018, como instrumento necesario tanto para la evangelización en el mundo de hoy, cada vez más secularizado, como para el discernimiento vocacional.

"La condición básica, compartida por todos los cristianos, a saber, la incorporación a la Iglesia por el bautismo, sacramento de la fe y de la conversión, la participación en la familia eclesial, supone la INICIACIÓN CRISTIANA. Hay una maduración para responder personalmente a la vocación de hombre, y hay también una preparación para ser cristiano y para vivir como cristiano. En nuestras latitudes advertimos que la Iniciación recibida tradicionalmente hoy en general es INSUFICIENTE. Quizá en ambientes más uniformes y más impregnados por la fe cristiana fuera suficiente. Actualmente no basta. En una sociedad religiosamente plural la personalización de la fe es requerida para sobrevivir como cristianos sin caer en la confusión ni ceder a la indiferencia. Por este motivo, se debe intensificar el trabajo evangelizador de la Iniciación cristiana, que une conocimiento de la fe y experiencia, toque personal y dimensión comunitaria, índole sacramental y actividad caritativa. 

Es necesario acentuar el alcance de la Iniciación cristiana, sólida y auténtica, para que la fe sea vigorosa y resista a los vientos contrarios del mundo actual que con frecuencia respira una cultura religiosamente aséptica e inapetente, si no adversa. ¿Cómo va a ser escuchada la vocación del Señor a ser presbítero, o esposo cristiano, o consagrado, si la respuesta a la llamada fundamental a la fe se difumina en el ambiente? Para afrontar la crisis vocacional es insustituible el trabajo intenso de la Iniciación cristiana; aunque pueda tener modalidades diferentes, es necesario que sea auténtica iniciación en orden a ser a modo de cimiento y raíz. 

Las diferentes vocaciones que conviven en la Iglesia y están destinadas a prestarse un servicio recíproco, nacen y crecen en la Iglesia (cf. Lumen gentium 11 y 32). En el dinamismo de la iniciación cristiana cada cristiano va escuchando la llamada que Dios le dirige. Si la iniciación cristiana es honda, surgen las vocaciones generosamente; pero si es inconsistente escasean las vocaciones específicas. Por este motivo, a la penuria vocacional se debe responder, ante todo, cultivando más intensamente la iniciación cristiana. El discernimiento vocacional supone haber respondido consecuentemente a la decisión de la fe; el sí al Evangelio abre a otros “síes” dentro de la Iglesia. 

A veces se observa que falta decisión para invitar a otras personas a participar en la propia vocación. ¿Si en una persona pesa como un lastre la experiencia negativa y la indecisión ante un futuro incierto cómo se hará eco gozoso de la llamada del Señor? ¿Crisis de vocaciones o crisis de “vocantes”? Si no se agradece diariamente la vocación recibida, ¿cómo se va a invitar a otros? ¿Crisis de sacerdotes y de religiosos o crisis de cristianos que profundizan incesantemente en la orante y paciente comunicación con el Señor? "

Mons. Cardenal Ricardo Blázquez 


Fuente: CEE 19-11-2018 / or

lunes, 19 de noviembre de 2018

«La misión nos ha regalado volver a ser una familia» Camino Neocatecumenal

La familia, en la iglesia, el día de Pentecostes, 
en la Primera Comunión de la séptima hija - ABC


Decenas de familias se suman a los más de 100 misioneros que Castilla y León tiene por el mundo

Miguel Garrido se embarcó en su primera misión recién cumplida la mayoría de edad. Recuerda que los seis meses iniciales que pasó en Ecuador fueron «un infierno». «Yo era un burgalés burgués, cómodo, y para mí fue muy impresionante descubrir la realidad que vivían allí», recuerda. Eran principios de los noventa. Su adolescencia en Burgos no había sido fácil -pandillas, problemas de alcohol y drogas…-, pero eran tales las condiciones de vida que veía y sufría en parte cada día al otro lado del océano que su mentalidad «tonta» le hizo pensar que «Dios me debía algo por haberme ofrecido voluntario». «El Señor me limpió», el tiempo le fue «curando» y Ecuador le regaló una esposa y ocho hijos, hoy de edades comprendidas entre los 19 y los seis años.
El pasado 27 de enero, Miguel, su esposa Barsovia y sus ocho hijos se embarcaban en una nueva misión, lejos de su Burgos natal, pero aún más de la que era su residencia, la ciudad ecuatoriana de Guayaquil. En Montenegro, su nuevo destino, dice Miguel que su objetivo es básicamente «dar gratis lo que hemos recibido gratis». «Nosotros lo hemos recibido todo de la Iglesia. Cuando hemos tenido la vida resuelta y lo que necesitábamos para vivir, el Señor se fijó en nosotros y nos ha traído aquí por sorteo», relata al otro lado de la línea telefónica.
Miguel y Barsovia no son únicos. La presencia de los laicos en los territorios de misión va en aumento. Entre 2012 y 2015, la proporción de jóvenes, familias y matrimonios jubilados que optaron por ser misioneros aumentó un 3,3 por ciento en España. Así, de los 12.000 misioneros que tiene nuestro país distribuidos en distintos puntos del planeta -más de un centenar procedentes de Castilla y León-, alrededor de 800 son laicos y de ellos, más de un centenar son matrimonios, según los datos que manejan Obras Misionales Pontificias (OMP). En concreto, el Camino Neocatecumenal es la institución que más misioneros laicos envía, aunque no tienen números concretos, porque muchos de ellos no dan sus datos.

De Ecuador a Montenegro

Si a Miguel le supuso un cambio «radical» su llegada a Ecuador, tanto o más le está resultando su «aterrizaje» en Montenegro, especialmente a su esposa. «Sobre todo es la cultura y el idioma, que es muy difícil», responde ella. En estos casi diez meses que llevan, la familia entera ha estado inmersa en conocer la nueva lengua y ayudar en la parroquia. Cuenta Miguel que hace 30 años que ésta no cuenta con un párroco propio: «Muchos se desilusionaron de la Iglesia o se casaron con ortodoxos o ateos y dejaron de acudir. Un día me dijo el arzobispo que yo estaba allí para que mis hijos animen a los hijos de los antiguos católicos a volver a la Iglesia y así atraer a más familias», señala.
Añade este burgalés que la «dureza» de su destino no viene del día a día, sino de «revelarnos contra lo que el Señor nos da». Por ello cree que la misión, ante todo, ha traído «mucha alegría» a su familia. «En Guayaquil, entre el trabajo y el tiempo que dedicábamos a la evangelización en la provincia, los chicos que tenemos ya adolescentes comenzaban a dispersarse, que si amigos, redes sociales…», señala. «El primer regalo que hemos tenido de la misión -añade Miguel- es que el Señor nos ha regalado volver a ser una familia. Estar todos juntos, disfrutar los unos de los otros y reírnos más que nunca. ¡Y eso que los chicos han tenido que enfrentarse a un idioma nuevo para poder seguir sus estudios!». Apostilla que sus condiciones de vida son más precarias que las que tenían en América, ya que ahora trabaja por obra para una empresa en Ecuador. Con todo, animaría a más familias a embarcarse en la misión, a tener esa «relación íntima con Dios». Dice que no son pocas las familias que se han lanzado a esta «aventura» desde su Burgos natal, Salamanca o Zamora, pero considera que hacen falta más porque «la misa es grande y los obreros pocos».
Fuente: ABC Castilla y Leon 22/10/2018 / or

viernes, 16 de noviembre de 2018

Marta Obregon Asesinada por el “violador del ascensor”, ¿Primera santa del Camino Neocatecumenal?


Luchó por evitar una agresión sexual y recibió 14 puñaladas

La joven española Marta Obregón, asesinada a los 22 años en 1992 por el violador del ascensor, podría ser la primera santa del Camino Neocatecumenal.
Su causa es la que se encuentra más avanzada dentro del movimiento y se espera que próximamente suba un nuevo escalón en la extensa escalera hacia los altares.
“Todavía no está fijada la fecha, pero en el plazo de uno o dos meses esperamos cerrar ya la fase diocesana y mandar toda la documentación al Vaticano”, explica Saturnino López Santidrián, postulador de la causa, a Alfa y Omega.
El proceso se inició, de forma inesperada, el mismo día del funeral de la joven.
“A la Misa acudió Montserrat, administradora de una fábrica” cercana, que “se convirtió durante la celebración”.
Después de su vuelta a la fe, “esta señora asistió a un retiro espiritual y allí compartió la forma en que se había acercado de nuevo a Dios”.
La directora del retiro “la animó a poner la historia por escrito” y a través de un sacerdote le terminó llegando al arzobispo de Burgos.
“Su intención era difundirlo entre la gente joven, pero en un consejo episcopal se habló de la necesidad de investigar el caso en profundidad”. El encargo recayó en López Santidrián, que posteriormente fue designado postulador de la causa.
La conversión de la administradora no fue el único hecho insólito del funeral. En la memoria de los presentes quedaron grabadas a fuego las palabras del padre de Marta, que “al final de la Misa dijo que perdonaba al asesino”, recuerda el sacerdote.
“La madre tardó algo más de tiempo en perdonar, pero se pasó todo el primer año desde el crimen rezando un acordaos diario por el asesino de su hija”.
Por otro lado, además de la conversión de Montserrat, “en la actualidad hay cinco monjas de clausura que aseguran haber entrado en el convento por el influjo de Marta”, asegura el postulador, que presentó hace una semana el libro Marta Obregón, Hágase, Yo pertenezco a mi amado (Editorial Fonte-Monte Carmelo).

Crisis de fe y Taizé

Marta Obregón nació en La Coruña el 1 de enero de 1969 y un año después, por el trabajo de su padre –militar de profesión–, se trasladó a vivir a Burgos con su familia.
Allí pasó toda su vida escolar hasta 1988, cuando cambió Burgos por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense.
Dos años después de llegar a la capital, y después de haber pasado una crisis de fe en la adolescencia, la joven decidió sumarse a un viaje a Taizé con los jóvenes de la parroquia a la que asistía.
“De allí, regresó tocada irremisiblemente por el Señor” y buscó a un sacerdote para confesarse en profundidad, afirma el postulador.
Sin embargo, “no se sabe muy bien por qué, en aquella confesión no recibió la absolución y, con cierta inquietud, hubo de buscar a otro cura que la escuchara de nuevo en confesión”.
A partir de entonces, refiere López Santidrián, “se da cuenta del amor y la misericordia de Dios, y entra en el Camino Neocatecumenal”.
“Empieza así una vida ascendente hacia Dios, que le lleva a cambiar de actitud en la universidad y defender los valores cristianos ante el claustro de profesores”.
Marta mudó incluso de sueño. A partir de entonces dejó de ambicionar una vida de fama dentro del periodismo y empezó a querer ser misionera itinerante. Pero un secuestro y 14 puñaladas la separaron de cualquiera de las dos posibilidades.

Secuestro y asesinato

Pocos meses antes del fatídico suceso, la joven se trasladó a Burgos, a la casa familiar, y desde allí se propuso terminar la carrera.
En la pequeña ciudad castellanoleonesa su vida transcurrió tranquila entre los estudios, el deporte y Dios, hasta que el conocido como violador del ascensor se cruzó en su camino.
La tarde del 21 de enero de 1992, la de su asesinato, Marta estuvo en el Club Arlanza, del Opus Dei, a donde iba a estudiar habitualmente por ser un lugar tranquilo y por encontrarse cerca de su casa.
“Aquel día, como todos los anteriores, terminó de estudiar e hizo media hora de oración ante el sagrario de rodillas”.
Antes de dejar el centro juvenil para ir a casa a cenar, Obregón “pidió a las responsables del club que no le recogieran los libros, que por la mañana iría a Misa y volvería allí de nuevo para estudiar”.
Pero cuando estaba llegando a la vivienda familiar, en el mismo portal, la joven fue raptada. La encontraron cinco días después, muerta, a las afueras de la ciudad.

Pedro Luis Gallego, condenado por la muerte Marta Obregón y Leticia Lebrato, fue detenido en junio acusado de violar a dos mujeres en Madrid

El informe forense no solo notificó 14 heridas de arma blanca en la parte izquierda del pecho –una de ellas en el centro del corazón–, sino que también describió las numerosas erosiones y hematomas que presentaba el cuerpo de la joven coruñesa y que, según los expertos, estaban vinculados con un intento de evadir la agresión.
“El imputado del crimen había sido juzgado ya en cuatro ocasiones por abusos y violaciones, pero sin llegar al homicidio”.
No ocurrió así con Marta Obregón, que murió defendiendo la virtud de la castidad justo el día en el que la Iglesia conmemora a santa Inés, martirizada en el siglo IV por defender el voto de virginidad que había hecho.
Fuente: Aleteia web 16-11-2018 / or

jueves, 8 de noviembre de 2018

Una visita a Roma en tiempos difíciles Mons. Nicholas Dimarzio, Obispo de Brooklyn

Mons. DiMarzio encabezó una delegación interreligiosa, de líderes budistas y católicos, del Diálogo de la Fraternidad. Foto cortesía de la Oficina de Prensa de la Diócesis de Brooklyn

QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS EN CRISTO: 
Al regresar de mi viaje a Porto San Giorgio y Roma, el pasado mes de septiembre, me gustaría informarles sobre algunos de los eventos en los que participé esos días.
Mi primera parada fue en Porto San Giorgio, una pequeña ciudad en la costa italiana del Adriático, donde está ubicada la sede internacional del movimiento Camino Neocatecumenal. Como saben, con el movimiento, hemos establecido un nuevo Seminario de Redemptoris Mater en Douglaston, que ya cuenta con 12 seminaristas.
Próximamente recibiremos tres seminaristas más. Dos de los seminaristas que vendrán a la diócesis son estadounidenses y están listos para entrar a la universidad. Uno de ellos completará sus estudios preuniversitarios en Cathedral Prep. El tercero es nacido en Italia, con formación universitaria pero necesita una visa para venir al seminario.
Los tres son buenas adiciones a nuestros seminaristas. Como saben, aunque somos afortunados de tener 48 seminaristas estudiando para el sacerdocio en Brooklyn y Queens, nunca hay suficientes sacerdotes para servir a nuestra diócesis, especialmente debido a nuestra población multiétnica.
Una de las experiencias más singulares de este evento de tres días fue tener la oportunidad de entrevistar a los candidatos que se presentaron. Había más de 240 postulantes de todo el mundo dispuestos a emprender la formación para esta vocación misionera de Camino Neocatecumenal.
Se formaron grupos pequeños, en uno de los cuales participé, donde se les hicieron algunas preguntas a los candidatos. Se les pidió que describieran quiénes eran y cuándo sintieron que tenían una llamada al sacerdocio. Más importante aún, se les preguntó si estaban listos y dispuestos a ir a cualquier seminario de Redemptoris Mater en cualquier lugar del mundo para su vocación misionera de la Nueva Evangelización.
Al responder a estas preguntas, estos jóvenes mostraron una gran honestidad muy parecidos a los seminaristas nuestros a quienes he entrevistado a lo largo de los años. La mayoría de ellos se sienten indignos de responder a una llamada al sacerdocio. Además, temen un compromiso de vida permanente. Estos dos aspectos parecen ser universales a la población millennial que conforma la mayor parte de los nuevos seminaristas.
Después de esta reunión, viajé a Roma para encabezar una delegación de líderes budistas y católicos como parte de la “Dialogue of Fraternity Delegation for Green Affordable Housing, USA (Delegación de Diálogo de la fraternidad para una vivienda ecológica y asequible en Estados Unidos)”.
Este proyecto fue idea del fallecido cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, quien falleció el pasado mes de julio. Nuestro propio Obispo auxiliar James Massa fue miembro de la junta consultiva de este Consejo debido a su gran experiencia en asuntos interreligiosos y ecuménicos.
Hace tres años, el cardenal Tauran preguntó si se podrían dar algunos pasos concretos para promover el diálogo entre católicos y budistas. Normalmente, el diálogo es el primer paso, sin embargo, hay una comprensión de nuestra teología y nuestro concepto de Dios y también de los suyos. También dedicamos algún tiempo para orar juntos, y la cuarta pata de esta mesa de diálogo es el servicio.
A la luz de la Encíclica del Papa Francisco, “Laudato Si” (Sobre el cuidado de nuestro hogar común), el Cardenal Tauran pensó que con los budistas y los católicos trabajando juntos podríamos crear proyectos de viviendas ecológicas sostenibles dirigidos a personas mayores pobres y para desamparados.
De hecho, cuando se solicitó a nuestra diócesis que respondiera a la solicitud de propuesta, lo hicimos a través de nuestra corporación de viviendas Catholic Charities, Progress of People´s Development Corp. (POP Development), igual que las Arquidiócesis de Los Ángeles y Chicago. Tuve el privilegio de representar a esos dos arzobispos al presentar el programa a nuestro Santo Padre. Hace varios años, el Papa Francisco se reunió con líderes católicos y budistas y les dio su bendición para este maravilloso proyecto. Habían más de 20 personas en la delegación cuando nos paramos en los escalones de la Basílica de San Pedro para tomarnos una foto con el Papa después de la audiencia del 12 de septiembre.
Las últimas palabras de nuestro Santo Padre a nuestro grupo, en un inglés con acento alemán, fueron “¡Gracias por su ayuda!” El Papa Francisco fue hospitalario con la delegación y se mostró interesado en el proyecto. De hecho, tan pronto como mencioné el nombre del cardenal Tauran sacó de su bolsillo la tarjeta de oración conmemorativa con la imagen del cardenal.
Se ve muy claro que tenía una estrecha relación con el cardenal Tauran y que estaba más que dispuesto a hacer todo lo posible para que este proyecto llegara a buen término.
En este viaje a Roma, fui acompañado por el Padre Patrick Keating, Director Ejecutivo Adjunto de Caridades Católicas, quien está trabajando con Msgr. Alfred LoPinto, CEO, para supervisar este proyecto, junto con Timothy McManus, Vicepresidente primero de Desarrollo de Viviendas, quien también fue miembro de nuestra delegación.
Obviamente, la situación actual de la Iglesia Universal es más que desafiante y estar en Roma en medio de estos tiempos difíciles fue una experiencia interesante.
Me ayudó a contactar con la Curia romana, para resolver varios asuntos pendientes de nuestra diócesis, Msgr. Cuong Pham, actualmente asignado al Consejo Pontificio para los Textos Legislativos. El padre Keating y yo nos alojamos en el North American College durante nuestra visita y tuvimos la oportunidad de compartir con el padre John Cush, decano académico de esa universidad.
Cruzar el Atlántico es como separar las aguas profundas que dividen los continentes. Pero la naturaleza universal de la Iglesia y la profunda fe de su gente es tan evidente en los Estados Unidos como en cualquier otra parte.
Fuente: nuestra-voz.org 07.11.2018 / or

Testimonio de Mons. Ricardo Blázquez, Presidente de la CEE, sobre el Camino Neocatecumenal en el Sínodo de Obispos sobre Nueva Evangelización

kiko con Blazquez en la presentacion del libro Anotaciones

Reproducimos a continuación la intervención completa de Mons. Ricardo Blázquez, Arzobispo de Valladolid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, en el Sínodo de Obispos de octubre de 2012 sobre 'la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana' donde habló del Camino Neocatecumenal como un método para la nueva evangelización en el mundo actual.

Mons. Blázquez conoce profundamente el Camino Neocatecumenal desde que era un sacerdote estudiante en Roma, cuando conoció esta incipiente realidad eclesial e hizo las catequesis a principios de los años 70 en la parroquia de la Nativitá. Posteriormente, de vuelta a España, estuvo caminando en la parroquia de Cristo Rey de Salamanca, que este año cumplía 50 años como parroquia y en cuya celebración participó, y donde desarrolló parte de su primer ministerio pastoral y estuvo caminando. Desde su experiencia como sacerdote escribió el libro el año 1992: 'Las comunidades Neocatecumenales. Discernimiento Teológico' (Editorial DDB) donde expone toda la realidad del Camino desde sus orígenes, su estructura, su metodología y su praxis.

"Mi intervención desea unir la iniciación cristiana, el catecumenado y la nueva evangelización. Me limito a una experiencia de iniciación cristiana al Camino Neocatecumenal, nacido en el ámbito y por impulso del Concilio, ampliamente difundido y aprobado por el Papa como método adecuado de formación católica. Yo he conocido el Camino Neocatecumenal desde hace mucho tiempo, prácticamente desde el comienzo del mismo Camino Neocatecumenal, y he participado en él.

Me hago la siguiente pregunta: ¿El método del catecumenado, que practicó la Iglesia antigua, puede ser con las debidas modificaciones y variedades método para la nueva evangelización, para la transmisión de la fe cristiana en nuestras latitudes y en nuestro tiempo? Mirando a la misión actual de la Iglesia el Concilio Vaticano II mandó que fuera restaurado el catecumenado; y, en efecto, en 1972 apareció el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos.

Subrayo algunos aspecto que he visto y que me han parecido más relevantes en orden a la nueva evangelización.

En primer lugar, los catecúmenos van uniendo, poco a poco, de manera honda y clara la dimensión personal y eclesial de la fe cristiana. Descubren el sentido de la Iglesia en la participación asidua de la comunidad. Se crea una profunda fraternidad que tiene también repercusión en las relaciones humanas y sociales. La persona se siente apoyada por los otros hermanos para vivir cristianamente en medio de una sociedad muchas veces indiferente e incluso hostil a la fe cristiana y a la Iglesia.

Segundo. A través del catecumenado descubren poco a poco los participantes las realidades fundamentales de la fe cristiana: El Credo, los Mandamientos de Dios con el espíritu del sermón del monte, la oración del Padre Nuestro y de los Salmos, los sacramentos particularmente la Eucaristía y la Penitencia, la dimensión apostólica de la vida cristiana. No se inicia en aspectos particulares, complementarios o devocionales, sino en las realidades básicas, que actualmente no podemos dar por supuestas. Es un catecumenado postbautismal para la mayor parte de los participantes, que a través del cual redescubren el sentido del bautismo ya recibido.

Tres. La celebración litúrgica es fortalecida en cada uno por el conocimiento y la lectura orante de la Sagrada Escritura. Durante mucho tiempo la extrañeza del latín ocultaba el desconocimiento de la Biblia, pero ahora aparece en la celebración Eucarística al descubierto esa insuficiencia. La evangelización requiere que se unan palabra de Dios, sacramento y vida cristiana.

Cuatro. La Iglesia es la “patria” de todas las vocaciones. El Camino Neocatecumenal a través de la profundización en la fe y en la conversión, cultivando la vocación bautismal, abre la puerta a que cada catecúmeno descubra o redescubra su vocación específica, al matrimonio cristiano, al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada, a la itinerancia misionera. Insistir en la fe y la conversión a Dios es fundamental vocacionalmente. Sin esta base, los esfuerzos vocacionales serían superficiales y en gran parte estériles.

Cinco. Merece ser subrayado el celo apostólico que va prendiendo como un fuego en los catecúmenos y las comunidades a medida que van madurando. Renovar el bautismo lleva consigo el redescubrir que la vocación cristiana es por su misma naturaleza vocación al apostolado.

Y sexto. La manera como los padres van transmitiendo la fe a los hijos es bella y eficaz. Los niños, desde pequeños, participan en una celebración familiar el domingo en su Iglesia doméstica, en su familia.

Esto es lo que yo he visto, algunos aspectos en el Camino Neocatecumenal."

Fuente: Sínodo de Obispos de octubre de 2012 sobre 
'la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana' / or 08-11-2018

miércoles, 7 de noviembre de 2018

El Papa Francisco: El diablo entra por el amor al dinero


Audiencia general del Miércoles 07/11/2018, el Pontífice reflexionó sobre el séptimo mandamiento del decálogo: “No robarás”. 

El papa Francisco defendió hoy la propiedad privada, pero advirtió que el diablo entra por el amor al dinero y aseguró – bajo la sabiduría cristiana – que el “destino universal de los bienes y su distribución justa es anterior al derecho a la propiedad privada, que debe estar en función de las necesidades primarias del hombre”. 
El Pontífice reflexionó sobre el séptimo mandamiento del decálogo: “No robarás” durante la audiencia general del miércoles 7 de noviembre de 2018 en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

Recursos suficientes para todos

Francisco indicó que en toda cultura, “robar es inaceptable, pues todas defienden el derecho del hombre a poseer bienes”.
Por ello, insistió que “los frutos de la creación están destinados a todo el género humano”. “El mundo es rico en recursos para asegurar a todos el acceso a los bienes fundamentales; sin embargo, muchos viven en una situación de pobreza escandalosa”. 
También indicó que la “riqueza del mundo hoy está en las manos de la minoría, en las manos de pocos, la pobreza, o mejor, la miseria es motivo de sufrimiento para tantos, sino para la mayoría”.

No dueños absolutos

Lamentó asimismo que “los recursos naturales” sean  “mal usados”, pues “se van deteriorando y destruyendo”.
Y lanzó un mensaje para el cuidado de la creación: “La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre al servicio de las necesidades de los pueblos. No podemos considerarnos dueños absolutos de las cosas”, agregó. 

Ricos no, administradores 

Y reafirmó: “Cada riqueza para ser buena, debe tener una dimensión social”.
En sentido positivo, expresó: “«no robarás» significa que el Señor nos llama a ser administradores responsables de su Providencia, a aprender a multiplicar con creatividad los bienes que poseemos”. 
El Obispo de Roma invitó a usar los bienes “con generosidad en favor de nuestro prójimo, y de este modo crecer en la caridad y en la libertad”.

Esclavos

En este sentido, exhortó considerar la posesión de bienes como una responsabilidad. “Lo que realmente poseo es lo que sé donar”, destacó, porque “esta es la medida para saber cómo yo logro tener bien o mal las riquezas”. 
De otra manera, explicó, “somos esclavos de lo que poseemos”. “De hecho, si no puedo dar algo, es porque esa cosa me posee, tiene poder sobre mí y soy un esclavo”.

El diablo entra…

Así, advirtió: “Muchas veces hemos escuchado lo que el pueblo de Dios dice: ‘El diablo entra por los bolsillos’.
“Primero llega el amor al dinero, el afán de poseer, luego la vanidad: ‘Yo soy rico y presumo de la riqueza’  y al final, llega el orgullo y la soberbia. Este es el modo de actuar del diablo en nosotros. Sin embargo, la puerta de entrada son los bolsillos”.
Y concluyó: “Mientras la humanidad lucha por obtener más, Dios la redime haciéndose pobre: ese Hombre Crucificado ha pagado por todo el inestimable rescate de Dios Padre, “rico en misericordia” (Ef 2, 4, ver Gc 5,11 ). Lo que nos hace ricos no son los bienes, sino el amor”.

Fuente: aleteia.org 07-11-2018/ or

9 hijos y 9 años como familia misionera del Camino Neocatecumenal en Serbia

  Esta familia malagueña lleva nueve años como misionera  del Camino Neocatecumenal en Serbia, país de mayoría  ortodoxa y que ha vi...