El Carisma del Salmista-Cantor
Apuntes de una catequesis de Kiko en la convivencia de cantores en Roma el 16 de marzo de 1980.
Está surgiendo un nuevo carisma, un nuevo servicio a la Iglesia: el Salmista-Cantor. Es el carisma de David, quien desde dentro de su pueblo y con su pueblo ha elevado al Eterno el grito de la súplica y de la alabanza. Es el carisma de Nuestro Señor Jesucristo, verdadero y único Cantor, que desde dentro de nuestra condición humana, para nosotros y en nombre de todos nosotros, ha elevado el "sacrificium laudis" al Padre de la Misericordia, con corazón y labios puros que han confesado su amor.
El canto es muy importante en la comunidad cristiana. En muchos de los Ritos cristianos antiguos -lo mismo ocurre en los hebreos- toda la liturgia es cantada. El canto expresa la verdadera naturaleza de la Iglesia: pueblo orante y exultante, reunido por la palabra de Dios en el Amor. El fruto de la Palabra, bajando como rocío y tomando posesión de la asamblea, ha producido -amor, comunión fraterna- vuelve a Dios subiendo hasta lo alto como suave perfume en forma de canto a una sola voz, "con un solo corazón y una sola alma".
Vosotros estáis llamados a reconstruir la asamblea que canta, que "expresa con el canto la exultación del espíritu" (Pregón pascual). ¿Dónde encontramos hoy una asamblea así?
Pablo VI, en una serie de catequesis tenidas los miércoles desde el 8 de julio al 15 de septiembre de 1976, dedicadas al tema de la reconstrucción de la Iglesia en la presente generación, ha afirmado: "Hay que construir la Iglesia... lo repetimos, la Iglesia debe ser construida en el siglo presente... Nuestro tiempo necesita reemprender la construcción de la Iglesia, sicológica y pastoralmente, como si comenzara de nuevo, "da capo" por decirlo así, a regenerarse...
Hay que volver a levantar el templo del Señor. ¿En dónde? ¡En nosotros. En nosotros habita el eterno! "La Palabra se ha hecho carne y ha puesto su Tienda entre nosotros". Nosotros somos la "Tienda de la Reunión", el "Santuario de su Shekináh"! (de su Presencia!). Hay que restaurar en el Templo del Señor un culto espiritual, un sacerdocio real y profético. Por eso estamos abriendo un camino de retorno para los alejados, para los ateos. Hay que reconstruir la casa para acoger a los alejados. El carisma del Salmista-Cantor es fundamental en esta obra de reconstrucción. El Señor os confía una misión en la reconstrucción de la Iglesia en la presente generación.
Salomón construyó el templo y se preocupó de los cantores, y antes que él David, sobre todo. Es una cosa nueva a la que Dios nos está llamando. No tenemos una tradición, porque este carisma se había perdido prácticamente desde hacía siglos en la Asamblea cristiana (existía tal vez el maestro de coro que enseñaba los cantos de iglesia a los demás, pero aquí no se trata de esto). Ya no sabíamos lo qué es "expresar con el canto la exultación del espíritu". Entonces tenemos que buscarlo, inventarlo, tras las huellas de la experiencia más antigua de la Iglesia, y según lo que el Espíritu Santo está suscitando en nuestras comunidades.
El canto es la expresión más alta de la experiencia del espíritu religioso. La música es a la palabra lo que el alma es al cuerpo. Toda palabra tiene una música, es decir, un alma. Se pueden decir las mismas palabras con música diversa y el significado cambia. La música lo dice todo, más que la palabra. Es precisamente su aliento, su alma. De esa música tú no eres consciente cuando pronuncias la palabra. Por eso es difícil que puedas engañar: la música que pones sin darte cuenta en la palabra expresa lo profundo de ti... si eres verdadero, auténtico o no! La música se te escapa, no puedes dominarla, te traiciona...
He ahí la importancia de la música que acompaña y anima la palabra. Esto vale para el hablar normal (conversaciones, ruedas de experiencias, catequesis, ecos de la Palabra, etc.) En este nivel hablas y hablas.. y no dices nada, aburres, cansas, o bien hablas y agarras los corazones, no cansas, porque transmites un espíritu, una vida, de lo profundo... Cuando uno habla como un disco... se desconecta, pero cuando habla con "música espiritual" te está dando el alma, el amor , la vida. Si esto vale tratándose de la palabra simple, mucho más tratándose del servicio de cantor y también de lector de la comunidad.
El problema de fondo es que para cantar y leer como se debe se necesita fe. Por eso no todos pueden cantar o leer. Hay cantores y lectores estupendos a los que les falta algo: el 'pathos', el sentimiento, no comunican nada.. No han recibido el carisma los que leen o cantan con una técnica perfecta, sino quien tiene el espíritu, y da ese espíritu a la palabra y al canto. ¡Se trata de ser testimonios! Uno puede tener una técnica estupenda o una voz excepcional, y sin embargo cantar o proclamar como un bronce que suena...
Ciertamente hace falta también un mínimo de técnica para cantar y tocar. Si no lo tienes recibes lecciones de un maestro. Indicará que amas el carisma. Pero para cantar con espíritu se requiere la conversión.¡Y para esto está el camino neocatecumenal!
Entonces el servicio de Cantor es la síntesis de tres elementos: la Palabra, la música y el espíritu (la fe) del que canta. Cantad además con humildad: sed conscientes de que no podéis engañar a la asamblea.¡Cantas con la medida de fe que tienes! Sabes que si el Señor te está eligiendo como cantor te dará este carisma. Un Padre de la Iglesia decía "¡Nunca debemos dejar de hacer el bien por miedo a la vanidad!" Satanás te acusa:¿No ves que eres un vanidoso, que cantas para construirte a ti mismo? Y con falsa humildad te hace una mala jugada. Mas tú humíllate y confía en el Señor.
Antes de cantar ponte en la presencia de Dios. Piensa en El. Piensa que no cantas para agradar a los presentes. Tú proclamas (el canto es una proclamación) ¿a quién? ¡a Dios! Vete al atril y disponte a cantarle al Señor. Al atril: un atril sólido como un trono, ¡como el Sinaí! desde el que Dios ha proclamado la Palabra de vida para nosotros. Amad a la Palabra: amor a la Palabra, y a lo que la contiene: el Libro, y lo que la sostiene: el atril (ambón!). Por el cuidado y el respeto a estos signos se ve vuestro amor a la liturgia. Y en la liturgia un momento fundamental es el canto, el "sacrificium laudis" (sacrificio de alabanza). En el atril tienes una actitud que expresa con el cuerpo lo que estás haciendo. Allí no ejecutas un canto de Kiko, sino que cantas una alabanza a nuestro Dios. Por eso no puedes cantar sin convertirte.
Es importante conocer bien los cantos y cantarlos sin deformarlos, cantarlos según la 'tradición'. Hay muchos que no soportan cantar como canta otro (por conflictos, por antipatías, etc.), y retuercen, añaden una nota por aquí, un acorde por allá, etc... El canto lo ha compuesto otro. ¿Qué es lo que tienes que poner tú? La expresión, el alma, el espíritu ...¡que viene de tu conversión!
Hay distintas clases de cantos: salmos, himnos, aclamaciones, etc. Cada uno tiene una estructura propia, una expresión diferente. Dice S. Agustín: cuando el salmo llora, llora tú con el salmo. Cuando ríe, ríe tú con el salmo. Cuando el salmo reza, reza también tú con él! Las notas sirven para expresar un contenido. Y así:¡"Desde lo hondo a ti grito, Señor!, ¡Señor, escucha mi voz!".
El salmo exorciza: David cantaba y Saúl se calmaba, el demonio lo dejaba. Por eso también decía S. Pablo: ¡cantad!
Preparad bien los cantos de la Vigilia Pascual: preparaos y preparad también a la comunidad. Se ve la importancia de una fiesta también por esto: por el cuidado de la preparación. Los cantos particularmente importantes con tres: el Pregón pascual, Caballo y caballero, la Bendición del agua... y también el Gloria.
¿Cómo hay que distribuirse los cantos? Que haga cada canto el que mejor lo hace, por el bien de la celebración. Enseñad a los presbíteros la Anáfora y la Bendición del agua. Hay presbíteros que no se atreven a cantar, porque dicen que tienen mal oído, que no han cantado nunca. No hay nadie desentonado por principio: todos tenemos las cuerdas vocales perfectas. Está desentonando el que tiene conflictos internos. En efecto, la música tiene relación con el espíritu y frecuentemente no es más que cuestión de complejos internos. El oído se puede educar. Yo he hecho cantar a curas que decían: ¿yo cantar? ¡imposible!
Si tu presbítero dice:¡no! le debes obedecer, amarlo, dar la vida por él... De otro modo ¿cómo le mostrarás que Dios ha dado la vida por ti amándote? Cristo te ha amado a ti cuando le decías con tu vida:¡no¡, cuando eras su enemigo, te ha comprado a un precio cado derramando toda su sangre. Y ya Resucitado, vivo y rey para siempre a la derecha del Padre te envía su Espíritu Santo.
Hay una gradualidad en los cantos del camino neocatecumenal: cantado antes de tiempo un determinado canto puede ser un moralismo.
Y los cantos que nacen en las diversas comunidades tendrán que ser cribados.
¡Que el Señor os dé el espíritu de David!
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