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miércoles, 31 de octubre de 2018

Documento final de la XV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre el tema “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”


Esto dice el documento final

Tres partes, doce capítulos, ciento sesenta y siete parágrafos y 60 páginas: así se presenta el Documento final de la XV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre el tema “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. El texto fue aprobado por los dos tercios del Aula, la tarde del 27 de octubre. El Documento ha sido entregado en las manos del Papa, que luego, ha autorizado su publicación

Es el episodio de los discípulos de Emaús, narrado por el evangelista Lucas, el hilo conductor del Documento Final del Sínodo de los Jóvenes. Leído en el Aula en voces alternas por el Relator General, Card. Sérgio da Rocha, los Secretarios Especiales, Padre Giacomo Costa y Don Rossano Sala, junto con Mons. Bruno Forte, miembro de la Comisión para la Redacción del texto, el Documento es complementario al Instrumentum laboris del Sínodo, del que retoma la división en tres partes. Acogido con aplausos, el texto -dijo el Cardenal da Rocha- es “el resultado de un verdadero trabajo de equipo” de los Padres sinodales, junto con los demás participantes en el Sínodo y “en modo particular con los jóvenes”. El Documento contiene, pues, los 364 modos, es decir, las enmiendas, que se han presentado. “La mayoría de ellos -añadió el Relator General- fueron precisos y constructivos”.

 “Caminaba con ellos”

En primer lugar, pues, el Documento final del Sínodo examina el contexto en el que viven los jóvenes, destacando sus puntos de fuerza y sus desafíos. Todo comienza con una escucha empática que, con humildad, paciencia y disponibilidad, permita dialogar verdaderamente con la juventud, evitando “respuestas pre confeccionadas y recetas ya preparadas”. Los jóvenes, intactos, quieren ser “escuchados, reconocidos, acompañados” y desean que su voz sea “considerada interesante y útil en el campo social y eclesial”. La Iglesia no siempre ha tenido esta actitud, reconoce el Sínodo: a menudo los sacerdotes y los obispos, sobrecargados por muchos compromisos, tienen dificultad  para encontrar tiempo para el servicio de la escucha. De ahí la necesidad de preparar adecuadamente a los laicos, hombres y mujeres, que sean capaces de acompañar a las jóvenes generaciones. Además, ante fenómenos como la globalización y la secularización, los chicos se encaminan hacia un redescubrimiento de Dios y de la espiritualidad, y esto  debe ser un estímulo para que la Iglesia recupere la importancia del dinamismo de la fe.

La escuela y la parroquia

Otra respuesta de la Iglesia a las interpelaciones de los jóvenes proviene del sector educativo: las escuelas, universidades, colegios, oratorios, permiten una formación integral de los chicos, ofreciendo al mismo tiempo un testimonio evangélico de promoción humana. En un mundo donde todo está conectado – familia, trabajo, tecnología, defensa del embrión y del migrante – los obispos definen como irremplazable el papel que desarrollan las escuelas y universidades, en donde los jóvenes transcurren mucho tiempo. En particular, las instituciones educativas católicas están llamadas a afrontar la relación entre la fe y las exigencias del mundo contemporáneo, las diferentes perspectivas antropológicas, los desafíos científicos y técnicos, los cambios en las costumbres sociales y el compromiso por la justicia. La parroquia también tiene su papel: “Iglesia en el territorio”, necesita volver a pensar su vocación misionera, porque a menudo es poco significativa y poco dinámica, especialmente en el ámbito de la catequesis.

Los migrantes, paradigma de nuestro tiempo

El Documento sinodal se detiene luego en el tema de los migrantes, “el paradigma de nuestro tiempo” como fenómeno estructural y no como emergencia transitoria. Muchos migrantes son jóvenes o menores no acompañados que huyen de la guerra, violencias, persecuciones políticas o religiosas, desastres naturales, pobreza, y terminan siendo víctimas del tráfico, de las drogas, abusos psicológicos y físicos. La preocupación de la Iglesia es sobre todo por ellos -dice el Sínodo- en la perspectiva de una auténtica promoción humana que pase a través de la acogida de los refugiados y prófugos, y sea punto de referencia para los muchos jóvenes separados de sus familias de origen. Pero no sólo: los migrantes -recuerda el Documento- son también una oportunidad de enriquecimiento para las comunidades y sociedades a las que llegan y que pueden ser revitalizadas por ellos. Resuenan pues, los verbos sinodales “acoger, proteger, promover, integrar”, indicados por el Papa Francisco para una cultura que supere la desconfianza y los miedos. Los obispos piden también un compromiso mayor en el garantizar a quien no querría migrar, el derecho efectivo de permanecer en su propio país. La atención del Sínodo se dirige también a las Iglesias que son amenazadas, en su existencia, por las migraciones forzadas y las persecuciones sufridas por los fieles.

Compromiso firme contra todo tipo de abuso. Luz en la verdad y pedido de perdón

Luego hay una amplia reflexión sobre los “diferentes tipos de abusos” (de poder, económicos, de conciencia, sexuales) cometidos por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos: en las víctimas –se lee en el texto- causan un sufrimiento que “puede durar toda la vida y que ningún arrepentimiento puede remediar”. De ahí el llamamiento del Sínodo a “un firme compromiso a la adopción de rigurosas medidas de prevención que eviten su repetición, a comenzar de la selección y la formación de aquellos a quienes se les confiarán tareas de responsabilidad y educación”. Por lo tanto, será necesario erradicar aquellas formas -como la corrupción o el clericalismo- en las que se injertan estos tipos de abusos, contrarrestando también la falta de responsabilidad y transparencia con la que se han gestionado muchos casos. Al mismo tiempo, el Sínodo expresa su gratitud a todos aquellos que “tienen el valor de denunciar inmediatamente el mal”, porque ayudan a la Iglesia “a tomar conciencia de lo que ha ocurrido y de la necesidad de reaccionar con decisión”. “La misericordia, de hecho, exige justicia”. No deben olvidarse, sin embargo, los numerosos laicos, sacerdotes, consagrados y obispos que se dedican cada día, con honestidad, al servicio de los jóvenes, quienes pueden ofrecer realmente “una ayuda preciosa” para una “reforma de envergadura histórica” en este ámbito.

La familia “Iglesia doméstica”

Otros temas presentes en el Documento tienen que ver con la familia, principal punto de referencia para los jóvenes, primera comunidad de fe, “Iglesia doméstica”: el Sínodo recuerda, en particular, el papel de los abuelos en la educación religiosa y en la transmisión de la fe, y advierte sobre el debilitamiento de la figura paterna y de los adultos que asumen estilos de vida “juveniles”. Además de la familia,  para los jóvenes cuenta mucho la amistad con sus coetáneos porque les permite compartir su fe y ayudarse mutuamente en su testimonio.

Promoción de la justicia “contra la cultura del descarte”

El Sínodo se detiene seguidamente, en algunas formas de vulnerabilidad de los jóvenes en diversos ámbitos: en el trabajo, donde la desocupación juvenil empobrece a las jóvenes generaciones, socavando su capacidad de soñar; las persecuciones hasta la muerte; la exclusión social por razones religiosas, étnicas o económicas; la discapacidad. Frente a esta “cultura del descarte”, la Iglesia debe hacer un llamamiento a la conversión y a la solidaridad, convirtiéndose en una alternativa concreta a las situaciones de malestar. En el lado opuesto, no faltan en cambio los ámbitos en los que el compromiso de los jóvenes se expresa con originalidad y especificidad: por ejemplo, el voluntariado, la atención a los temas ecológicos, el empeño en política para la construcción del bien común, la promoción de la justicia, para lo cual los jóvenes piden a la Iglesia “un compromiso firme y coherente”.

Arte, música y deporte, “recursos pastorales”

También el mundo del deporte y de la música ofrece a los jóvenes la posibilidad de expresarse lo mejor posible: en el primer caso, la Iglesia les invita a no subestimar las potencialidades educativas, formativas e inclusivas, de la actividad deportiva; en el caso de la música, en cambio, el Sínodo se centra en su ser “un recurso pastoral” que interpela también a una renovación litúrgica, porque los jóvenes tienen el deseo de una “liturgia viva”, auténtica y alegre, un momento de encuentro con Dios y con la comunidad. Los jóvenes aprecian las celebraciones auténticas en las que la belleza de los signos, el cuidado de la predicación y el compromiso comunitario hablen realmente de Dios”: por tanto, se les debe ayudar a descubrir el valor de la adoración eucarística y a comprender que “la liturgia puramente expresión de sí misma, sino una acción de Cristo y de la Iglesia”. Las jóvenes generaciones, además, quieren ser protagonistas de la vida eclesial, aprovechando sus propios talentos, asumiéndose responsabilidades. Sujetos activos de la acción pastoral, ellos son el presente de la Iglesia, deben ser animados a participar en la vida eclesial, y no obstaculizados con autoritarismo. En una Iglesia capaz de dialogar de una manera menos paternalista y más directa, de hecho, los jóvenes saben ser muy activos en la evangelización de sus semejantes, ejerciendo un verdadero apostolado que debe ser apoyado e integrado en la vida de las comunidades.

“Se abrieron los ojos”

Dios habla a la Iglesia y al mundo a través de los jóvenes, que son uno de los “lugares teológicos” en los que el Señor se hace presente. Portadora de una sana inquietud que la hace dinámica – se lee en la segunda parte del Documento – la juventud puede estar “más adelantada que los pastores” y por eso debe ser acogida, respetada, acompañada. Gracias a ella, de hecho, la Iglesia puede renovarse, sacudiéndose de encima “la pesadez y lentitudes”. De ahí el llamado del Sínodo al modelo de “Jesús joven entre los jóvenes” y al testimonio de los santos, entre los cuales hay muchos jóvenes, profetas de cambio.

Misión y vocación

Otra “brújula segura” para la juventud es la misión, don de sí mismo que conduce a una felicidad auténtica y duradera: Jesús, en efecto, no quita la libertad, sino que la libera, porque la verdadera libertad es posible sólo en relación con la verdad y la caridad. Estrechamente ligado al concepto de misión, está el de vocación: cada vida es una vocación en relación con Dios, no es fruto de la casualidad o un bien privado que se gestiona por sí mismo -afirma el Sínodo- y toda vocación bautismal es una llamada a la santidad para todos.  Por eso, cada persona debe vivir su propia vocación específica en cada ámbito: profesión, familia, vida consagrada, ministerio ordenado y diaconado permanente, que representa un “recurso” que debe ser desarrollado plenamente aún.

El acompañamiento

Acompañar es una misión que la Iglesia debe llevar a cabo a nivel personal y de grupo: en un mundo “caracterizado por un pluralismo cada vez más evidente y una disponibilidad de opciones cada vez más amplia”, buscar junto con los jóvenes un recorrido específico para hacer elecciones definitivas es un servicio necesario. Destinatarios son todos los jóvenes: seminaristas, sacerdotes o religiosos en formación, novios y jóvenes esposos. La comunidad eclesial es lugar de relaciones y ámbito en el cual, en la celebración eucarística, uno es tocado, instruido y sanado por el mismo Jesús. El Documento Final destaca la importancia del sacramento de la Reconciliación en la vida de fe y anima a los padres, enseñantes, animadores, sacerdotes y educadores a ayudar a los jóvenes, a través de la Doctrina Social de la Iglesia, a asumir responsabilidades en el campo profesional y socio-político. El desafío en sociedades cada vez más interculturales y multirreligiosas es indicar en la relación con la diversidad, una ocasión de enriquecimiento mutuo y comunión fraterna.

No a moralismos y falsas indulgencias, sí a la corrección fraterna

El Sínodo promueve, por tanto, un acompañamiento integral centrado en la oración y en el trabajo interior que valora también la aportación de la psicología y de la psicoterapia, en cuando están abiertas a la trascendencia. “El celibato por el Reino” – se exhorta – debe ser entendido como “un don que debe ser reconocido y verificado en la libertad, la alegría, la gratuidad y la humildad”, antes de la elección final. Se busque acompañantes de calidad: personas equilibradas, de escucha, fe y oración, que se han medido con sus propias debilidades y fragilidades y que, por ello sean acogedoras “sin moralismos ni falsas indulgencias”, sabiendo corregir fraternalmente, lejos de actitudes posesivas y manipuladoras. “Este profundo respeto – se lee en el texto – será la mejor garantía contra los riesgos de plagio y abusos de cualquier tipo”.

El arte del discernimiento

“La Iglesia es el ambiente para discernir y la conciencia – escriben los Padres sinodales – es el lugar donde se capta el fruto del encuentro y de la comunión con Cristo”: el discernimiento, a través de “una confrontación regular con un guía espiritual”, se presenta, por tanto, como un trabajo sincero de conciencia, “sólo puede entenderse como una auténtica forma de oración” y “requiere el valor de comprometerse en la lucha espiritual”. La prueba de las decisiones tomadas es la vida fraterna y el servicio a los pobres. De hecho, los jóvenes son sensibles a la dimensión de la diaconía.

“Se fueron sin demora”

María Magdalena, primera discípula misionera, sanada de sus heridas, testigo de la Resurrección, es el icono de una Iglesia joven. Los esfuerzos y la fragilidad de los jóvenes “nos ayudan a ser mejores, sus preguntas – se lee – nos desafían, las críticas son necesarias porque muchas veces a través de ellas la voz del Señor nos pide conversión y renovación”. Todos los jóvenes, incluso aquellos con diferentes visiones de vida, sin excepción, están en el corazón de Dios. Los Padres subrayan el dinamismo constitutivo de la sinodalidad, es decir, caminar juntos: el final de la Asamblea y el documento final son sólo una etapa, porque las condiciones concretas y las necesidades urgentes son diferentes entre países y continentes. De ahí la invitación a las Conferencias Episcopales y a las Iglesias particulares a continuar el proceso de discernimiento con el fin de desarrollar soluciones pastorales específicas.

Sinodalidad, estilo misionero

“La sinodalidad” es un estilo de misión que nos anima a pasar del yo al nosotros y a considerar la multiplicidad de rostros, sensibilidades, proveniencias y culturas. En este horizonte hay que valorar los carismas que el Espíritu dona a todos, evitando el clericalismo que excluye a muchos de los procesos de toma de decisiones y la clericalización de los laicos que frena el impulso misionero. La autoridad – es la esperanza – se vive en una perspectiva de servicio. Sinodal también sea el enfoque del diálogo interreligioso y ecuménico, orientado al conocimiento mutuo y a la ruptura de prejuicios y estereotipos, así como a la renovación de la vida comunitaria y parroquial para acortar la distancia entre los jóvenes-Iglesia y muestre la íntima conexión entre la fe y la experiencia concreta de vida, debe ser también sinodal. Se formalizó la petición reiterada en el Aula de establecer, a nivel de las Conferencias Episcopales, un “Directorio de pastoral juvenil en clave vocacional” que pueda ayudar a los responsables diocesanos y a los agentes locales a cualificar su formación y su acción “con y para los jóvenes”, ayudando a superar una cierta fragmentación de la pastoral de la Iglesia. Reafirmada la importancia de la JMJ, así como la de los centros juveniles y de los oratorios que, sin embargo, deben ser replanteados.

El desafío digital

Hay algunos desafíos urgentes que la Iglesia está llamada a asumir. El Documento Final del Sínodo trata de la misión en el entorno digital: parte integrante de la realidad cotidiana de los jóvenes, una “plaza” donde pasan mucho tiempo y donde se encuentran fácilmente, un lugar esencial para llegar e involucrar a los jóvenes en las actividades pastorales, la web presenta luces y sombras. Si, por un lado, permite el acceso a la información, activa la participación sociopolítica y la ciudadanía activa, por otro, presenta un lado oscuro – el llamado dark web – en el que se encuentran la soledad, la manipulación, la explotación, la violencia, el cyberbulismo y la pornografía. De ahí la invitación del Sínodo a habitar en el mundo digital, promoviendo las potencialidades comunicativas con vistas al anuncio cristiano, y a “impregnar” de Evangelio sus culturas y dinámicas. Se espera que se creen Oficinas y organismos de cultura y evangelización digital que, además de “fomentar el intercambio y la difusión de buenas prácticas, puedan gestionar sistemas de certificación de los sitios católicos, para contrarrestar la difusión de noticias falsas sobre la Iglesia”, emblema de una cultura que “ha perdido su sentido de la verdad”, fomentando la promoción de “políticas y herramientas para la protección de los menores en la red”.

Reconocer y valorar a la mujer en la sociedad y en la Iglesia

El documento evidencia también la necesidad de un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, porque su ausencia empobrece el debate y el camino eclesial: hay una urgente necesidad de cambio por parte de todos – se lee – incluso a partir de una reflexión sobre la reciprocidad entre los sexos. Se espera que “haya una presencia femenina en los organismos eclesiales a todos los niveles, incluso en las funciones de responsabilidad” y que “haya una participación femenina en los procesos de toma de decisiones eclesiales con respecto al papel del ministerio ordenado”. “Es un deber de justicia” – afirma el documento – que encuentra su inspiración en Jesús y en la Biblia.

Cuerpo, sexualidad y afectividad

El Documento se detiene sobre el tema del cuerpo, de la afectividad, de la sexualidad: ante los avances científicos que plantean cuestiones éticas, fenómenos como la pornografía digital, el turismo sexual, la promiscuidad, el exhibicionismo en línea, el Sínodo recuerda a las familias y a las comunidades cristianas la importancia de hacer descubrir a los jóvenes que la sexualidad es un don. A menudo la moral sexual de la Iglesia se percibe como “un espacio de juicio y condena”, mientras que los jóvenes buscan “una palabra clara, humana y empática” y “expresan un deseo explícito de confrontación sobre cuestiones relacionadas con la diferencia entre la identidad masculina y la femenina, la reciprocidad entre hombres y mujeres, la homosexualidad”. Los Obispos reconocen el esfuerzo de la Iglesia por transmitir en el contexto cultural actual “la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad”: es urgente buscar “caminos más apropiados, que se traduzcan concretamente en la elaboración de caminos formativos renovados”. “Es necesario proponer a los jóvenes una antropología de afectividad y sexualidad capaz de dar el justo valor a la castidad” para el crecimiento de la persona, “en todos los estados de vida”. En este sentido, es necesario prestar atención a la formación de agentes pastorales creíbles y maduros desde el punto de vista afectivo-sexual. El Sínodo constata también la existencia de “cuestiones relativas al cuerpo, a la afectividad y a la sexualidad que requieren una elaboración antropológica, teológica y pastoral más profunda, que debe llevarse a cabo de la manera más adecuada y en los niveles más adecuados, desde lo local hasta lo universal”. Entre ellas surgen las relacionadas con la diferencia y la armonía entre la identidad masculina y femenina y las inclinaciones sexuales. “Dios ama a cada persona y también a la Iglesia al renovar su compromiso contra toda discriminación y violencia por motivos sexuales”. Igualmente – continúa el Documento – el Sínodo “reafirma la importancia antropológica decisiva de la diferencia y de la reciprocidad entre hombre-mujer y considera reductivo definir la identidad de las personas a partir de su orientación sexual”. Al mismo tiempo se recomienda “fomentar” los “caminos de acompañamiento en la fe, ya existentes en muchas comunidades cristianas”, de “personas homosexuales”. En estos caminos las personas son ayudadas a leer su propia historia; a adherirse libre y responsablemente a su propia llamada bautismal; a reconocer el deseo de pertenecer y contribuir a la vida de la comunidad; a discernir las mejores formas de alcanzarla. De esta manera ayudamos a cada joven, sin excluir a nadie, a integrar cada vez más la dimensión sexual en su personalidad, creciendo en la calidad de las relaciones y caminando hacia “el don de sí”.

Acompañamiento vocacional

Entre los otros desafíos señalados por el Sínodo está también el económico: la invitación de los Padres es a invertir tiempo y recursos en los jóvenes con la propuesta de ofrecerles un período destinado a la maduración de la vida cristiana adulta que “debe permitir un alejamiento prolongado de los ambientes y de las relaciones habituales”. Además, mientras esperamos un acompañamiento antes y después del matrimonio, se alienta la creación de equipos educativos, incluyendo figuras femeninas y matrimonios cristianos, para la formación de seminaristas y personas consagradas, también con el fin de superar las tendencias al clericalismo. Se requiere una atención especial en la acogida de los candidatos al sacerdocio, que a veces tiene lugar “sin un conocimiento adecuado y una relectura profunda de su historia”: “la inestabilidad relacional y afectiva, y la falta de raíces eclesiales son signos peligrosos. Descuidar las normas eclesiales a este respecto – escriben los Padres sinodales – constituye un comportamiento irresponsable, que puede tener consecuencias muy graves para la comunidad cristiana”.

Llamados a la santidad     

“Las diversidades vocacionales – concluye el Documento Final del Sínodo de los Jóvenes – están reunidas en la única y universal llamada a la santidad. Lamentablemente, el mundo está indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia, más que animado por la santidad de sus miembros”, por eso la Iglesia está llamada a “un cambio de perspectiva”: a través de la santidad de tantos jóvenes dispuestos a renunciar a la vida en medio de la persecución para permanecer fieles al Evangelio, puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico.

El regalo del Papa a los participantes del Sínodo

Finalmente, como recuerdo del Sínodo de los Jóvenes, el Santo Padre ha regalado a todos los participantes una baldosa de bronce en bajorrelieve que representa a Jesús y al joven discípulo amado. Se trata de una obra del artista italiano Gino Giannetti, acuñada por el Estado de la Ciudad del Vaticano, emitida en sólo 460 ejemplares.
Fuente:  | 


Experiencia de Mons. Samuel Aquila, Arzobispo de Denver (EE.UU) sobre el Camino Neocatecumenal

Mons. Samuel Aquila, Arzobispo de Denver (EE.UU) 

El domingo 14 de octubre 2018 tuve el privilegio de celebrar una Eucaristía en Greeley con más de 500 catequistas del Camino Neocatecumenal. Mientras que el Camino celebraba su 50 aniversario este año, mi corazón se llenó nuevamente de gratitud al Padre por el don que ha sido este itinerario de fe para la Iglesia local en Colorado y en la Iglesia universal.

Desde su fundación en España bajo el pontificado de San Pablo VI en la década de 1960, cada Papa ha promovido el Camino, al ver los grandes frutos que ha dado. En el 50 aniversario, el Papa Francisco, dijo: “Su carisma es un gran regalo de Dios para la Iglesia de nuestro tiempo. Demos gracias a Dios por estos cincuenta años”.

Encuentro Camino Neocatecumenal Denver EEUU 2017
 (foto Cortesía: JMJ-CNC)

Un amigo sacerdote me introdujo al Camino en la cuaresma de 1988 mientras estudiaba en Roma. Aunque no había escuchado de ellos, tenía curiosidad, ya que mi amigo hablaba muy bien de las historias de conversiones de las que había sido testigo.

Decidí saber más sobre el Camino, así que fuimos a un servicio de cuaresma. Durante el servicio, muchos jóvenes dieron su testimonio de cómo el Camino los había llevado a tener un encuentro con Jesucristo, lo que cambió radicalmente sus vidas. Algunos eran ex-drogadictos, otros vivían vidas promiscuas con hombres y mujeres, otros estaban involucrados en actos de violencia y otros en situaciones abusivas. Su encuentro con Jesucristo a través del Camino los alejó de la desesperanza y de los patrones del pecado y llegaron a un encuentro con la misericordia y la verdad de Jesucristo. Ellos creyeron firmemente en el poder sanador y la autoridad de Jesucristo, y que con Dios todo es posible (Mt. 19,26).

Recuerdo haber sido inundado por el asombro y algo de incredulidad ante su testimonio. Hablando con mi amigo de camino a casa, le pregunté si había escuchado todo correctamente. Me aseguró que sí. Tuve que enfrentar mi propio escepticismo y mi falta de fe en Jesucristo, y esto me dio mucho para meditar. Me pregunté: “¿En quién creo? ¿en el mundo o en Jesucristo?” Los jóvenes que estaban ahí tenían un fuego y un celo en ellos que solo el Espíritu Santo podría haber provocado.

A través de los esfuerzos del entonces arzobispo Stafford, se invitó al Camino a Denver, y que después de la Jornada Mundial de la Juventud de 1993, él solicitó que fuera establecido en Denver un Seminario Redemptoris Mater. El Camino respondió y el seminario se estableció en 1996, recibiendo después la aprobación del arzobispo Chaput. Hemos sido bendecidos con 28 sacerdotes, quienes ayudan al personal de nuestras parroquias, trabajan en el seminario y promueven la formación del Camino en nuestras parroquias.

El Camino también ha dado frutos misioneros. Tenemos dos sacerdotes de nuestra arquidiócesis que sirven como misioneros en otros países y 16 jóvenes de la arquidiócesis que han participado en el Camino desde su adolescencia están discerniendo un llamado al sacerdocio en otros Seminarios Redemptoris Mater alrededor del mundo.

Durante la misa del 14 de octubre, escuché nuevamente los testimonios de los catequistas, algunos de los cuales han pertenecido al Camino en nuestras parroquias por más de 20 años. No hubo escepticismo en mi corazón, solo gratitud por el fruto que el Camino ha traído a la arquidiócesis. Las palabras de Jesús vinieron a mi corazón: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí, no podéis hacer nada.” (Jn. 15,5). Como el Papa Francisco enseñó en su encíclica, La alegría del Evangelio (Evangelii Gaudium), es por la invitación a las personas a encontrarse con Jesús y acompañándolos en las comunidades y las etapas del Camino que se encuentra una abundante cosecha en nuestras parroquias. Las personas conocen la vid, Jesucristo, permanecen en Él, poniendo su fe en Él mientras transforma sus vidas, y después, dan mucho fruto al salir a invitar a otros a venir a conocer a Jesús.

Rezo para que el Camino continúe creciendo en nuestra arquidiócesis y en todas nuestras parroquias como parte de la nueva evangelización. El Camino ha demostrado por su fruto que es del Espíritu Santo y la Iglesia ha confirmado su carisma. En los tiempos en que vivimos, el Camino es uno de los signos de esperanza para nuestra arquidiócesis. Se une a otros movimientos fructíferos del Espíritu Santo, como nuestra iniciativa arquidiocesana “Mas de lo que crees”, Fellowship of Catholic University Students (FOCUS por sus siglas en ingles), Christ in the City, Amazaing Parish, Families of Character, ENDOW, el Augustine Institute, ChristLife, y a muchos más. En el llamado universal a la santidad, y especialmente en los tiempos que estamos viviendo como Iglesia, siempre “Con los ojos fijos en Jesús que inicia y lleva a la perfección la fe”. (Heb 12,2).

Fuente: denvercatholic web / or

martes, 23 de octubre de 2018

El Camino Neocatecumenal, agradecido por los dones de Pablo VI y Óscar Romero



Tras su canonización, el 14 de octubre de 2018
El Camino Neocatecumenal está “particularmente agradecido” al Señor y a la Iglesia por haber inscrito en el libro de los santos, el domingo 14 de octubre de 2018, al Papa San Pablo VI y al Arzobispo Mons. San Óscar Romero, apuntan en dos comunicados, emitidos el 19 y el 22 de octubre, respectivamente.
Pablo VI fue el “primer Pontífice que animó y apoyó los inicios de este carisma” cuando era todavía casi desconocido, reconociéndolo como un fruto del Concilio y signo de esperanza para la Iglesia, indica el Camino Neocatecumenal.
En el primer encuentro que el Camino tuvo con él, el 8 de mayo de 1974, “sorprendió por el gran afecto con el que nos acogió”, intuyendo con espíritu profético la identidad bautismal del Camino, indican.
El entonces Papa les dijo: “¡Cuanta alegría y cuanta esperanza nos dais con vuestra presencia y vuestra actividad! Sabemos que en vuestras comunidades trabajáis juntos para comprender y desarrollar las riquezas de vuestro Bautismo y las consecuencias de vuestra pertenencia a Cristo”.
Catecumenado
Tres años más tarde, el 12 de enero de 1977, pocos días antes del Sínodo sobre la Catequesis, San Pablo VI dedicó toda su alocución en la Audiencia General del miércoles al Camino Neocatecumenal, proponiendo el nombre mismo de “neocatecumenado”.
“He aquí el renacimiento del nombre «catecumenado», que ciertamente no quiere invalidar ni disminuir la importancia de la disciplina bautismal vigente, sino que la quiere aplicar con un método de evangelización gradual e intensivo, que recuerda y renueva en cierto modo el catecumenado de otros tiempos. Quien ha sido bautizado necesita entender, repensar, apreciar, para secundar la inestimable fortuna del sacramento recibido”, señaló el Pontífice.

En la memoria del Camino permanece también el significativo encuentro de saludo con los iniciadores del Camino, Kiko Argüello y Carmen Hernández, al término de esa misma Audiencia. El Papa preguntó: “¿Quién es Kiko?”. “Soy yo”, respondió Kiko. Y el Papa, mirándole a los ojos y poniéndole una mano en la espalda le dijo: “Se humilde y fiel a la Iglesia y la Iglesia te será fiel”. Estas palabras permanecen grabadas en el corazón de Kiko hasta hoy.
Humanae Vitae
Un especial reconocimiento del Camino Neocatecumenal al Papa Pablo VI es por su encíclica Humanae Vitae, que en general ha encontrado muchas dificultades en ser aceptada, pero que al mismo tiempo ha dado tantos frutos en el contexto del itinerario neocatecumenal. En él, gradualmente es transmitido el Magisterio de la Iglesia sobre la sexualidad y el matrimonio. Así lo testimonian matrimonios reconstruidos, numerosos hijos, muchos jóvenes en las comunidades entre los cuales han surgido muchas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, familias en misión en las zonas más difíciles.
Finalmente, su conmovedor amor por la Iglesia, del cual percibió toda la urgencia y la necesidad de ser reconstruida, encontró en la práctica del Camino una resonancia fértil y fructífera: “(…) Cristo nos llama a recomenzar desde cero, hasta el último día de los tiempos, reclama trabajo nuevo, reclama construcción extenuante, fresca, genial, como si la Iglesia, el divino edificio, tuviera que comenzar hoy su desafiante aventura en las alturas del cielo”.
Del mismo modo, el Camino Neocatecumenal reconoce los dones del primer santo de El Salvador Óscar Romero.
El milagro que ha permitido canonizar al que fuera arzobispo de San Salvador se ha dado precisamente en una familia perteneciente al Camino Neocatecumenal.
Curación de Cecilia, del Camino Neocatecumenal
En diversas entrevistas concedidas estos días en los medios de comunicación cuentan cómo aconteció todo. En una entrevista en el diario Avvenire, el marido, Alejandro Rivas, de 42 años, cuenta que “cuando vi a mi mujer Cecilia, afectada por una enfermedad rara llamado síndrome de Hellp, acostada e inmóvil, su cuerpo perforado por 14 tubos, entendí que la había perdido”. “El mismo especialista había admitido que no había nada qué hacer”.
Fue Rivas el que en una larga noche después de haber visto cómo Cecilia perdía la vida, se dirigió a monseñor Romero. “Eran las dos de la mañana y no podía dormir. De casualidad encontré la Biblia de mi abuela Rebeca y, entre las páginas había una foto de Romero. Ella le era muy devota. Cuando era niño me hablaba siempre de él. Después, por desgracia, las mentiras ‘sobre el arzobispo guerrillero’ con las que martillaron a mi generación, me crearon un prejuicio inconsciente contra él. En la práctica he iniciado a descubrir a este gran salvadoreño después de la beatificación”.
Aquella noche, a Alejandro le regresaron a la cabeza las palabras de su abuela. “Entonces recé”: ‘Sé que amabas mucho a los salvadoreños. Por favor, ahora, intercede por Cecilia’”.
Al día siguiente por la mañana, cuando Alejandro volvió al hospital, descubrió que los órganos internos de su mujer habían vuelto a dar pequeñas señales de funcionamiento. Una semana después, la mujer, ya fuera de peligro, fue dada de alta.
Anuncio del Kerigma
San Óscar Romero, manifestó su aprecio por el Camino Neocatecumenal en El Salvador, en una convivencia de catequistas y responsables de las comunidades neocatecumenales en el Instituto Rinaldi, en noviembre de 1979, cuatro meses antes de ser matado.
El santo veía en el Catecumenado un instrumento clave para preparar “ese seguimiento de Cristo”, porque “muchos fuimos bautizados y hemos vivido tal vez sin haber escuchado el Kerigma y tenemos nuestro Bautismo pero como en una vida pagana, es necesario y urgente suplir ese llamado que no se sintió antes y que ahora con un Catecumenado bien hecho, viene a ser el encuentro verdadero con Cristo”.
“Creo que en el movimiento Catecumenal se está dando perfectamente este deseo, que es suplir ese anuncio del Evangelio que no le habíamos dado la debida atención, junto con una formación ya sistemática que es la Catequesis”, dijo entonces.
Revitalizar la catequesis y los sacramentos
En aquella celebración, el ahora Santo también habló de la importancia del Camino para revitalizar la catequesis y los sacramentos: “Ustedes son elementos muy valiosos, en las parroquias (…), para que logren que se revitalice toda una Catequesis que no consiste únicamente en reflexionar, en aprender de memoria, sino en una Catequesis que oriente hacia el Sacramento y unos Sacramentos que se reciban con plena conciencia, con respeto, con adoración del Señor que se encuentra en esos signos sacramentales. No puede haber, pues simplemente evangelización y, como se decía antes, sacramentalización, sino que las dos cosas; la verdadera evangelización lleva a encontrarse con Cristo en el signo de la Iglesia y de sus sacramentos”.
Por último, manifestó el deseo de que el Camino lleve el catecumenado a todas las parroquias para iluminar la vida de los hombres: “yo les auguro y les pido con todo el corazón como Pastor, que donde quiera que vayan a las parroquias donde están viviendo y extendiéndose, procuren llevar el Catecumenado”.
Fuente: zenit web 22-10-2018 / or

Homilía de Mons. San Oscar A. Romero, Arzobispo de San Salvador, comunidades del camino neocatecumenal Nov 1979




Homilía de Mons. Oscar A. Romero, Arzobispo de San Salvador, en la convivencia de catequistas y responsables de las comunidades neocatecumenales en el Instituto Rinaldi  22-25 de noviembre de 1979

Queridos Hermanos:

Me alegro de que en nuestra Patria, concretamente en estas dos diócesis, esté floreciendo este impulso del Espíritu Santo. Doy gracias al Señor en nombre de ustedes por haber sido escogidos para esto en nuestro país: la renovación de algo que pertenece íntimamente a la Evangelización, pero que por vicisitudes de la historia se ha ido como perdiendo, y entre las renovaciones que ha traído el Concilio Vaticano II es la de darle al Catecumenado su puesto de honor que siempre tuvo en la evangelización, porque el Catecumenado, la catequesis, es parte de esa evangelización.

De modo que yo para dejarles un mensaje de mi visita, les invito a vivir esa catequesis, ese Catecumenado en el sentido que la Iglesia propone. Saben que hace dos años ha habido en Roma un Sínodo de Obispos precisamente sobre la Catequesis. Y hoy el Papa ha sacado el resultado de aquella consulta sinodal en un documento sobre la Catequesis, que creo que para ustedes es un documento de primer orden que tienen que irlo asimilando. Y el Papa dice que el sentido de la catequesis supone estos empalmes:

1. CATEQUESIS Y KERIGMA

El Kerigma es el primer anuncio, como ustedes saben, el primer anuncio del Mensaje de Cristo que cae en el corazón de un hombre y logra la conversión, se entrega a Cristo. Es el primer anuncio, aquel "ven y sígueme" de Jesús, pero que luego no basta ese primer fervor, sino que luego sigue la Catequesis formando esa fe que ha suscitado en el Bautismo y en seguimiento de Jesús. Y los Obispos reunidos en Roma dijeron que en muchos países, y entre ellos los nuestros de Latinoamérica, se ha perdido ese enlace de que primero sea el llamamiento percibido por el hombre y siguiendo a Cristo, y después tratar de conocerlo más a Jesucristo, lo mismo que su mensaje, que sería la Catequesis, el Catecumenado.

Entonces se propone, pues, que ya que no se tuvo un Catecumenado que preparara ese seguimiento de Cristo y que muchos fuimos bautizados y hemos vivido tal vez sin haber escuchado el Kerigma y tenemos nuestro Bautismo pero como en una vida pagana, es necesario y urgente suplir ese llamado que no se sintió antes y que ahora con un Catecumenado bien hecho, viene a ser el encuentro verdadero con Cristo. No vamos a negar esta triste realidad de cuantos bautizados que no han escuchado el Kerigma, bautizados solo por un rito, por una costumbre. Y por eso estamos insistiendo tanto en nuestra Arquidiócesis la necesidad de preparar con charlas prebautismales ese gran Sacramento, que no vaya a suponer que hasta después del Bautismo se va a hacer entonces el Catecumenado. Pero gracias a Dios que se llega a recuperar algo que debió ser a la inversa. Nunca es tarde para conocer al Señor y para tratar de reparar con una vida más fervorosa lo que no se hizo antes. No lo habíamos seguido, no lo habíamos conocido no habíamos tenido el Kerigma, pero ahora el Catecumenado nos da la oportunidad no solo del Catecumenado, que debía seguir al Kerigma, sino una formación que al mismo tiempo sea el encuentro, el Kerigma.

Creo que en el movimiento Catecumenal se está dando perfectamente este deseo, que es suplir ese anuncio del Evangelio que no le habíamos dado la debida atención, junto con una formación ya sistemática que es la Catequesis.

El segundo empalme es éste:

 2. CATEQUESIS Y SACRAMENTO

Es también algo que tenemos que urgir en nuestra pastoral, en nuestra evangelización. Una práctica de recibir sacramentos sin catequesis presenta un ritualismo vacío. Para cuántos el Bautismo no es más que una ceremonia social, buscar padrinos, preparar la fiesta, pero para que pocos el Bautismo significa la incorporación del niño, del hombre a la vida de Cristo, a su Muerte y a su resurrección. Y así los otros sacramentos. Cuántos se casan sin saber todo el sentido profundo de la unión de Cristo con la Iglesia que se hace presente en la unión del hombre con la mujer en el matrimonio.

La catequesis entonces tiene que llevar al sacramento, porque al revés, una catequesis sin sacramento resulta una especulación, un racionalizar nada más; pero cuando la catequesis se encuentra con el sacramento, la catequesis prepara a recibir un signo de esos que son encuentros con Dios, que rico resulta entonces un catecumenado, una catequesis que rico resulta entonces un Catecumenado, una catequesis que nos lleva a los signos eficaces de la presencia de Dios y de su gracia, el encuentro con Dios.

Ustedes son elementos muy valiosos, en las parroquias que ha mencionado el Padre, para que logren que se revitalice toda una Catequesis que no consiste únicamente en reflexionar, en aprender de memoria, sino en una Catequesis que oriente hacia el Sacramento y unos Sacramentos que se reciban con plena conciencia, con respeto, con adoración del Señor que se encuentra en esos signos sacramentales. No puede haber, pues simplemente evangelización y, como se decía antes, sacramentalización, sino que las dos cosas; la verdadera evangelización lleva a encontrarse con Cristo en el signo de la Iglesia y de sus sacramentos.

Otro empalme que yo quería dejarles, aquí como mi mensaje es el empalme entre:

3. CATEQUESIS Y COMUNIDAD.

No es el asunto de vivir una religión individualista, sino vivirla en comunidad. El catecumenado se preparaba antes, y hoy gracias a Dios vuelve esa práctica, como una comunidad ( el Padre ha mencionado parroquias y diócesis). Es la Comunidad la que presente a sus hijos y se veía tan hermoso aquello de que la Iglesia se parece a la Virgen que siendo virgen está fecunda continuamente de hijos que da a luz en los sacramentos, en el Bautismo. La noche de la Vigilia Pascual es el alumbramiento de la Iglesia, Virgen y Madre, que en el Bautismo se ha enriquecido con nueva generación, con nuevos hijos. Y la Iglesia como Comunidad, como Parroquia, como Diócesis, siente la obligación de cuidar la fe de esos hijos que le han nacido y de darles también ese calor de hogar para vivir la fe y la vida cristiana comunitariamente. Jamás se puede concebir un Catecúmeno, un Cristiano que quiera vivir su fe aisladamente. Tiene que preocuparse por haber comunidad, tiene que hacer que su comunidad vaya creciendo en profundidad de fe y en extensión misionera. Tiene que estar inconforme mientras mire tantos bautizados que no han percibido la riqueza de su Bautismo. Lo que hacían los Apóstoles era, pues, llevar ese tesoro y expandirlo haciendo comunidades, viviendo en comunidad.

Ese sentido comunitario hoy en el país lo necesitamos urgentemente. Hay una confusión a veces entre la Comunidad cristiana y el grupo político y no se sabe distinguir a veces porque los miembros de una Comunidad no profundizan en su fe y se confunde. Yo en mi carta pastoral digo que muchas veces nuestra gente, sobre todo los jóvenes, han llegado más pronto a una madurez política que cristiana, y le dan a su vida una dimensión más política, -como que si fuera la única dimensión de la vida lo político- y no les queda tiempo para lo cristiano; cuando es al revés, lo cristiano es lo primero y desde lo cristiano hay que buscar cada uno su situación en el país, en la vocación que Dios le da. Si Dios le ha dado vocación política, que la viva como cristiano, y así tendremos esos hombres que ahora se necesitan, que madurándose en una comunidad cristiana, madurando en el evangelio, en su fe, en su compromiso con Cristo, en su seguimiento al Señor que no le permitirá traicionarlo ni en las leyes ni en las maneras del País, la política, vayan luego hacer grandes agentes de las transformaciones que ahora necesita la Patria, que necesita más que nunca, pues, de cristianos bien comprometidos con Cristo, y de una comunidad que, como pueblo de Dios, sea lo que dice la Biblia, que es como una luz en la montaña.

Hoy, cuando hay tanta confusión, tantos grupos, tantos reclamos, debía de sentirse bien luminosa la Comunidad cristiana, dando luz orientación a todas esas cosas que suceden en nuestro ambiente.

Yo les auguro y les pido con todo el corazón como Pastor, que dondequiera que vayan, a las parroquias donde están viviendo y extendiéndose, procuren llevar el Catecumenado, su reflexión bíblica, su sentido del sacramento, su compromiso cristiano hacer comunidad, pero una comunidad que no se cierre, en la complacencia de sí misma, una comunidad que es la Iglesia y lleva a Jesucristo, pero para servir al mundo, una comunidad que trata de iluminarse de la luz de Dios, pero para dar esa luz a su alrededor: una comunidad que cada día sea más comprometida con Cristo para ser cada vez más comprometida con la redención de Cristo en medio de los pueblos, en medio del mundo.

Estas, son las tres síntesis que yo quisiera dejarles como un encargo muy encarecido y que corresponde plenamente al espíritu del movimiento Catecumenal: -Entre Kerigma, que es conversión, encuentro con Cristo, y la formación catequística y la profundización de la fe (catequesis ordenada sistemática).
- En segundo lugar, pues, el Catecumenado y el Sacramento.

Que jamás un Catecúmeno sea lejos, de su vida sacramental, que encuentre en su Eucaristía, en su confesión, en todos estos santos sacramentos y en el que muchos de ustedes, llevan del sacramentos del sacramento del Matrimonio que está permanente en ustedes, sepan vivirlo para que la formación catecumenal sea al mismo tiempo vida que se vive con la vida sacramental.
- Y en tercer lugar, catequesis, catecumenado y comunidad.

Comunidad al servicio de la sociedad, comunidad-luz, comunidad-fermento, comunidad-sal de la tierra y luz del mundo.

Esto vamos a vivir junto con Jesucristo, pues aquí está el centro de nuestra vida, en la Eucaristía, y desde aquí Jesucristo nos hace real cada vez más la frase: "el que da su vida…" para poderla transmitir a ese mundo tan necesitado, tan frío porque le falta Cristo, y es nuestra misión de dárselo.

Fuente: camino-neocatecumenal.org / ojrv

San Óscar Romero y el Camino Neocatecumenal


San Óscar Romero y el Camino Neocatecumenal
El Camino Neocatecumenal continúa festejando la reciente canonización de Pablo VI, Óscar Romero y otros 5 santos el pasado 14 de octubre. Si hace unos días recordábamos la relación entre San Pablo VI y el Camino, esta vez lo hacemos con San Óscar Romero.
El milagro que ha permitido canonizar al que fuera arzobispo de San Salvador se ha dado precisamente en una familia perteneciente al Camino Neocatecumenal.
En diversas entrevistas concedidas estos días en los medios de comunicación cuentan cómo aconteció todo. En una entrevista en el diario Avvenire, el marido, Alejandro Rivas, de 42 años, cuenta que “cuando vi a mi mujer Cecilia, afectada por una enfermedad rara llamado síndrome de Hellp, acostada e inmóvil, su cuerpo perforado por 14 tubos, entendí que la había perdido”. “El mismo especialista había admitido que no había nada qué hacer”.
Fue Rivas el que en una larga noche después de haber visto cómo Cecilia perdía la vida, se dirigió a monseñor Romero. “Eran las dos de la mañana y no podía dormir. De casualidad encontré la Biblia de mi abuela Rebeca y, entre las páginas había una foto de Romero. Ella le era muy devota. Cuando era niño me hablaba siempre de él. Después, por desgracia, las mentiras ‘sobre el arzobispo guerrillero’ con las que martillaron a mi generación, me crearon un prejuicio inconsciente contra él. En la práctica he iniciado a descubrir a este gran salvadoreño después de la beatificación”.
Aquella noche, a Alejandro le regresaron a la cabeza las palabras de su abuela. “Entonces recé”: ‘Se que amabas mucho a los salvadoreños. Por favor, ahora, intercede por Cecilia’”.
Al día siguiente por la mañana, cuando Alejandro volvió al hospital, descubrió que los órganos internos de su mujer habían vuelto a dar pequeñas señales de funcionamiento. Una semana después, la mujer, ya fuera de peligro, fue dada de alta.
San Óscar Romero, manifestó su aprecio por el Camino Neocatecumenal en El Salvador, en una convivencia de catequistas y responsables de las comunidades neocatecumenales en el Instituto Rinaldi, en noviembre de 1979, cuatro meses antes de ser matado. En la homilía que pronunció al presidir la eucaristía recordó que una de las aportaciones esenciales del Concilio Vaticano II “es la de darle al Catecumenado su puesto de honor que siempre tuvo en la evangelización”.
A su vez, veía en el Catecumenado un instrumento clave para preparar “ese seguimiento de Cristo”, porque “muchos fuimos bautizados y hemos vivido tal vez sin haber escuchado el Kerigma y tenemos nuestro Bautismo pero como en una vida pagana, es necesario y urgente suplir ese llamado que no se sintió antes y que ahora con un Catecumenado bien hecho, viene a ser el encuentro verdadero con Cristo”.
“No vamos a negar esta triste realidad de cuantos bautizados que no han escuchado el Kerigma, bautizados solo por un rito, por una costumbre”, afirmó.
“Creo que en el movimiento Catecumenal se está dando perfectamente este deseo, que es suplir ese anuncio del Evangelio que no le habíamos dado la debida atención, junto con una formación ya sistemática que es la Catequesis”, dijo entonces.
En aquella celebración, el ahora Santo también habló de la importancia del Camino para revitalizar la catequesis y los sacramentos: “Ustedes son elementos muy valiosos, en las parroquias (…), para que logren que se revitalice toda una Catequesis que no consiste únicamente en reflexionar, en aprender de memoria, sino en una Catequesis que oriente hacia el Sacramento y unos Sacramentos que se reciban con plena conciencia, con respeto, con adoración del Señor que se encuentra en esos signos sacramentales. No puede haber, pues simplemente evangelización y, como se decía antes, sacramentalización, sino que las dos cosas; la verdadera evangelización lleva a encontrarse con Cristo en el signo de la Iglesia y de sus sacramentos”.
Por último, manifestó el deseo de que el Camino lleve el catecumenado a todas las parroquias para iluminar la vida de los hombres: “yo les auguro y les pido con todo el corazón como Pastor, que donde quiera que vayan a las parroquias donde están viviendo y extendiéndose, procuren llevar el Catecumenado”.
Roma, 22/10/2018

9 hijos y 9 años como familia misionera del Camino Neocatecumenal en Serbia

  Esta familia malagueña lleva nueve años como misionera  del Camino Neocatecumenal en Serbia, país de mayoría  ortodoxa y que ha vi...