Mons. Samuel Aquila, Arzobispo de Denver (EE.UU)
El domingo 14 de octubre 2018 tuve el privilegio de celebrar una Eucaristía en Greeley con más de 500 catequistas del Camino Neocatecumenal. Mientras que el Camino celebraba su 50 aniversario este año, mi corazón se llenó nuevamente de gratitud al Padre por el don que ha sido este itinerario de fe para la Iglesia local en Colorado y en la Iglesia universal.
Desde su fundación en España bajo el pontificado de San Pablo VI en la década de 1960, cada Papa ha promovido el Camino, al ver los grandes frutos que ha dado. En el 50 aniversario, el Papa Francisco, dijo: “Su carisma es un gran regalo de Dios para la Iglesia de nuestro tiempo. Demos gracias a Dios por estos cincuenta años”.
Encuentro Camino Neocatecumenal Denver EEUU 2017
(foto Cortesía: JMJ-CNC)
Un amigo sacerdote me introdujo al Camino en la cuaresma de 1988 mientras estudiaba en Roma. Aunque no había escuchado de ellos, tenía curiosidad, ya que mi amigo hablaba muy bien de las historias de conversiones de las que había sido testigo.
Decidí saber más sobre el Camino, así que fuimos a un servicio de cuaresma. Durante el servicio, muchos jóvenes dieron su testimonio de cómo el Camino los había llevado a tener un encuentro con Jesucristo, lo que cambió radicalmente sus vidas. Algunos eran ex-drogadictos, otros vivían vidas promiscuas con hombres y mujeres, otros estaban involucrados en actos de violencia y otros en situaciones abusivas. Su encuentro con Jesucristo a través del Camino los alejó de la desesperanza y de los patrones del pecado y llegaron a un encuentro con la misericordia y la verdad de Jesucristo. Ellos creyeron firmemente en el poder sanador y la autoridad de Jesucristo, y que con Dios todo es posible (Mt. 19,26).
Recuerdo haber sido inundado por el asombro y algo de incredulidad ante su testimonio. Hablando con mi amigo de camino a casa, le pregunté si había escuchado todo correctamente. Me aseguró que sí. Tuve que enfrentar mi propio escepticismo y mi falta de fe en Jesucristo, y esto me dio mucho para meditar. Me pregunté: “¿En quién creo? ¿en el mundo o en Jesucristo?” Los jóvenes que estaban ahí tenían un fuego y un celo en ellos que solo el Espíritu Santo podría haber provocado.
A través de los esfuerzos del entonces arzobispo Stafford, se invitó al Camino a Denver, y que después de la Jornada Mundial de la Juventud de 1993, él solicitó que fuera establecido en Denver un Seminario Redemptoris Mater. El Camino respondió y el seminario se estableció en 1996, recibiendo después la aprobación del arzobispo Chaput. Hemos sido bendecidos con 28 sacerdotes, quienes ayudan al personal de nuestras parroquias, trabajan en el seminario y promueven la formación del Camino en nuestras parroquias.
El Camino también ha dado frutos misioneros. Tenemos dos sacerdotes de nuestra arquidiócesis que sirven como misioneros en otros países y 16 jóvenes de la arquidiócesis que han participado en el Camino desde su adolescencia están discerniendo un llamado al sacerdocio en otros Seminarios Redemptoris Mater alrededor del mundo.
Durante la misa del 14 de octubre, escuché nuevamente los testimonios de los catequistas, algunos de los cuales han pertenecido al Camino en nuestras parroquias por más de 20 años. No hubo escepticismo en mi corazón, solo gratitud por el fruto que el Camino ha traído a la arquidiócesis. Las palabras de Jesús vinieron a mi corazón: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí, no podéis hacer nada.” (Jn. 15,5). Como el Papa Francisco enseñó en su encíclica, La alegría del Evangelio (Evangelii Gaudium), es por la invitación a las personas a encontrarse con Jesús y acompañándolos en las comunidades y las etapas del Camino que se encuentra una abundante cosecha en nuestras parroquias. Las personas conocen la vid, Jesucristo, permanecen en Él, poniendo su fe en Él mientras transforma sus vidas, y después, dan mucho fruto al salir a invitar a otros a venir a conocer a Jesús.
Rezo para que el Camino continúe creciendo en nuestra arquidiócesis y en todas nuestras parroquias como parte de la nueva evangelización. El Camino ha demostrado por su fruto que es del Espíritu Santo y la Iglesia ha confirmado su carisma. En los tiempos en que vivimos, el Camino es uno de los signos de esperanza para nuestra arquidiócesis. Se une a otros movimientos fructíferos del Espíritu Santo, como nuestra iniciativa arquidiocesana “Mas de lo que crees”, Fellowship of Catholic University Students (FOCUS por sus siglas en ingles), Christ in the City, Amazaing Parish, Families of Character, ENDOW, el Augustine Institute, ChristLife, y a muchos más. En el llamado universal a la santidad, y especialmente en los tiempos que estamos viviendo como Iglesia, siempre “Con los ojos fijos en Jesús que inicia y lleva a la perfección la fe”. (Heb 12,2).
Fuente: denvercatholic web / or
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