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viernes, 5 de junio de 2015

La aventura de evangelizar China en familia

La aventura de evangelizar China en familia

"Mamá, hay que evangelizar a estas personas, estos niños no pueden morir en vano"


spanish family in mission in china

Irene e Israel, con sus entonces cinco hijos, llegaron hasta China para evangelizar como familia en misión. Ahora están de regreso en España, porque a Irene se le complicó el embarazo y la única opción que les daban en China era abortar. 


«Mamá, hemos encontrado una bolsa con un bebé muerto y el corazón fuera»: es lo que dijeron los hijos de Irene e Israel cuando se encontraron, entre unos arbustos, a un feto de ocho meses con la placenta aún cubriéndole mientras jugaban en el parque. «No se me olvidará en la vida», recuerda Irene.


Irene e Israel son un matrimonio del Camino Neocatecumenal que partió hace cinco años a China como familia en misión. Irene explica que, en China, «el aborto es el cáncer de la sociedad». Y cuenta cómo a sus hijos «les impactó tanto verlo tan indefenso, que me decían: Mamá, es verdad que hay que evangelizar a estas personas, porque estos niños no pueden morir en vano. ¿A estas mujeres, por qué las obligan a abortar?»
Irene afirma que, al día siguiente, cuando los niños tenían que ir al colegio después de las vacaciones de Año Nuevo, «les preguntamos si les costaba ir y ellos decían: No, tenemos que ir por Mateo –el nombre que le pusieron al bebé– y por todos los niños que sufren como Mateo, es necesario que nos vean, que vean el amor de Dios en nosotros».
Fue precisamente este problema del aborto fue lo que les obligó a regresar a España. «Mi mujer estaba embarazada y tiene muchos problemas en los embarazos. La única solución que le daban allí era el aborto. Así que nos vinimos a tener el hijo a España. Después de eso tuvimos otro», asegura Israel, convencido.
«Como no entendía a la profesora, me pegó»
La misión apostólica de estas familias se hace extensible a todos sus miembros. «El primer día que llegamos al colegio no sabíamos nada de chino. La profesora hablaba, pero como no la podíamos entender, no la obedecíamos, así que me pegó».



Habla Loreto, la segunda de la familia, que ahora tiene 10 años. «Mi hermana la intentó apartar y la profesora la empujó y la tiró al suelo. Se lo contamos a nuestros padres y nos dijeron que rezáramos. Después de comer mi madre habló con ella».


Irene, su madre, completa la historia: «Nuestros hijos han vivido muchas dificultades, porque allí las escuelas son como un régimen militar, muy disciplinados. Los profesores tienen carta blanca para agredir a los alumnos y esto, nuestros hijos, lo han sufrido en primera persona».



A pesar de las dificultades, ellos han podido encauzarlo «rezando mucho, porque lo que te sale de tu corazón humano es bajar y montar un numerito. Pero, gracias a Dios, pudimos hacerlo bien, y pedir perdón a la profesora por si nuestros hijos habían hecho algo mal. Hemos visto que, yendo siempre con la ayuda del Señor por delante, los niños han salido vencedores de todas las situaciones con las que se han encontrado».


Y es que con los niños hay que tener especial atención ya que, por desgracia, el mercado de tráfico de órganos del país cotiza a la alza los de los niños. «Desde el principio nos recomendaron que tuviéramos un cuidado extremo con ellos», explica Irene. Las personas de clases más altas prefieren órganos de niños extranjeros, pues se les presupone más sanos y cuidados; por eso, «cuestan el doble», asegura la madre.

No es la única dificultad que han vivido: «Nos han pinchado el teléfono, nos han seguido… incluso una vez nos paró la policía volviendo de una Eucaristía para interrogar al taxista que nos llevaba a casa», cuenta Irene. «Siempre tenemos preparado un plan B cuando nos juntamos para celebrar la Eucaristía, para poder decir que estamos celebrando un cumpleaños o una fiesta», por si la policía china interrumpe, pues el Camino Neocatecumenal no tiene cabida dentro de la Asociación Patriótica.

Fuente: aleteia.org

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